Carteristas de la muchedumbre
Buscaban zonas masificadas para hurtar, pero fueron «cazados» en su último golpe. Penal 4 ha juzgado a varios ladrones que lograron un botín de más de 700 euros en el mercadillo de El Arenal
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El escenario ideal para los profesionales del hurto y, más concretamente, para los amigos de las carteras ajenas, es todo aquel que congregue a decenas de personas. Esa lección la conocían muy bien los tres acusados que esta semana han sido juzgados por, presuntamente, hacerse con más de 700 euros en el mercadillo de El Arenal, que cada domingo congrega a decenas de personas en torno a los puestos.
Los procesados fueron «cazados» el pasado 10 de abril de 2011. La Fiscalía asegura que, mientras uno aguardó en el coche con la hija de uno de ellos, los otros dos, un hombre y una mujer, se adentraron en la marabunta y sisaron varias carteras y monederos sin que sus dueños se percatasen. Sin embargo, los propios comerciantes avisaron a la Policía y los agentes detuvieron a los tres inculpados.
Solo uno de los encausados, el que, presuntamente, metió la mano en bolsos y bolsillos en connivencia con la otra involucrada, compareció a la vista oral que se celebró el martes. A preguntas de las partes, explicó cómo sucedió todo y negó haber robado nada. Su rocambolesca historia, tal y como la consideró la representante del Ministerio Público, empezaba en las redes sociales. Según relató a la sala, contactó con el resto de procesados por Tuenti por cuestiones laborales. Viajaron a Córdoba y, al pasar con el vehículo junto al mercadillo, «decidimos pararnos para comprarle unos zapatos a la niña», apuntó. Aparcaron el coche en el que se habían desplazado en una zona «en la que no suele dejar nadie su vehículo puesto que está justo detrás de los puestos», señaló uno de los agentes que compareció en el juicio. Cuando se disponían a marcharse «apresurados», añadió el policía, los efectivos, alertados por los vendedores ambulantes, los interceptaron y arrestaron, tras comprobar que había una cartera tirada en el suelo, junto a ellos.
El encausado afirmó que los más de 250 euros que llevaba encima eran suyos, «de un trabajo de pintura que había realizado», pero insistió en que «no robé nada a nadie». Esa cantidad, sumada a la que tenía el resto de acusados no hizo dudar a los agentes de la culpabilidad de los tres arrestados. Ahora, la jueza deberá dictar sentencia. El fiscal pide una pena total que supera los cuatro años de prisión.