PRIMERA PLANA

CANCION TRISTE DE CIUDAD JARDÍN

BALTASAR LÓPEZ

La música del plan para el barrio suena bien. La duda es si Capitulares tendrá orquesta suficiente para tocarla

NACÍ como cordobés un invierno de 1999 en Ciudad Jardín. Era un lugar ideal para un joven recién llegado a la capital. Había muchos pisos con un alquiler asequible para empezar la aventura de vivir solo —lo de compartir casa era una escuela de vida que ya había probado y aprobado lo suficiente— y era muy atractivo con sus innumerables comercios, cafeterías y bares —cual magdalena de Proust, salivo por las tostadas de Don Pepe o el flamenquín del Moriles—. Además, tenía muchos pubs y eso mola cuando no llegas a los treinta y te bebés la noche y lo que no es la noche. Me enraicé seis años en ese barrio —allí me hipotequé por primera vez—. Con el paso del tiempo, sin embargo, la relación se deterioró. No fue Ciudad Jardín. Fui yo. Mi ritmo se sosegó y me chirrió el bullicio estudiantil y nocturno. Me marché con la música a otra parte. Busqué en el Casco una banda sonora más tranquila.

Pero el cariño por esa zona de la ciudad siguió intacto. Vi con tristeza el deterioro físico de sus calles y sus bloques y el envejecimiento de su población, acelerado por los jóvenes que desertamos y por la caída con la recesión de los residentes universitarios, que antes cada curso eran savia nueva. Y comprobé con pena que la recesión le «okupó» brutalmente la vida a la clase media de este enclave, que es su corazón. Cuando su latido se llenó de achaques, el vigoroso comercio del barrio se infartó. Dejó tras de sí las esquelas de «Se vende» y «Se alquila» en muchos locales.

Por todo lo escrito, me pellizca el anuncio del gobierno local de un plan para el impulso urbanístico, económico y social de Ciudad Jardín. La música suena muy bien. La duda es si tendrá orquesta suficiente para interpretarla. Porque la pieza central de la sinfonía de la revitalización debe tocarla la Junta. El Ayuntamiento quiere que la Consejería de Fomento rehabilite inmuebles, viviendas o espacios públicos mediante un potente programa que cofinancia con el Gobierno central. Lo malo es que esa petición de intervención desafina con el desarrollo que este Departamento autonómico está haciendo de dicho programa y hay serias dudas de que el plan al que quiere acogerse Capitulares no tenga sus fondos casi agotados. Eso sí, hay otras líneas de actuación por desarrollar entre Junta y Administración estatal que podrían explorarse en busca de una solución para el principal enclave de Poniente.

Tampoco se puede olvidar que Fomento no ha querido tocar mano a mano con el Ayuntamiento otras veces que se lo ha demandado. Si rechaza colaborar en la mejora de este barrio, esperemos que el Consistorio ejecute una «partitura b», aunque sea más modesta. No sería de recibo que Capitulares hubiera ilusionado sin fundamento con que la canción triste de Ciudad Jardín vaya a dejar de sonar.

CANCION TRISTE DE CIUDAD JARDÍN

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