Romero de Torres nunca se va
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Veladas, conferencias y dramatizaciones han celebrado al pintor cordobés al cumplirse los 140 años de su nacimiento
No hacen falta aniversarios redondos para recordar a Julio Romero de Torres, que tuvo una gran exposición en Córdoba en 2003, cuando no se conmemoraba ninguna cifra especial. La ciudad ha recordado en los últimos días su nacimiento hace 140 años, el 9 de noviembre de 1874. Más que una conmemoración con actividades divulgativas, que se han dado, es también la celebración de una presencia que nunca se ha marchado de la ciudad, ni siquiera con su muerte en el año 1930, porque su obra sigue actual. Y también algo de la Córdoba que pintó.
A pesar de no ser tan redondo como un centenario o un aniversario múltiplo de 25, la conmemoración ha incluido numerosas actividades por toda la ciudad y además ha escapado de los tradicionales parámetros que se suelen aplicar en las citas de este tipo. Frente a la exposición de cuadros y fondos artísticos, que ya se puede disfrutar este año ha sido el propio pintor quien ha sido recordado.
La principal novedad de esta conmemoración ha sido a la hora de recorrer los lugares que estuvieron vinculados a su figura, porque Julio Romero de Torres no fue sólo un artista que nació y murió en Córdoba, sino sobre todo un autor que plasmó a su ciudad allá donde fue, que retrató muchos de sus rincones, a veces uniendo lugares muy distantes entre sí, y que consagró una forma de comprender sus rincones que es tan esencial a sus cuadros como su carácter simbólico y el canon de belleza que requería de sus modelos femeninas.
Paisajes urbanos
El epicentro de parte de estas actividades ha estado en el Mercado Victoria, que ocupa la antigua caseta de feria del Círculo de la Amistad, plasmada por el propio pintor en una de sus obras de juventud, cuando quiso reflejar la Feria de Nuestra Señora de la Salud.
Se han realizado rutas por algunos de los lugares que frecuentó Romero de Torres, incluido su museo, construido en lo que desde su nacimiento había sido casa familiar, junto al Museo de Bellas Artes del que su padre, el también pintor Rafael Romero Barros, había sido primer director. No fueron visitas convencionales, ya que se incluyó a un actor que interpretó a Julio Romero de Torres, incluida la indumentaria clásica que aparece en las muchas fotografías que se conservan de él, con sombrero cordobés y capa. También se han conocido muchos de los paisajes urbanos y del término municipal que están en su obra.
En el día de ayer también hubo un recuerdo a la ciudad de Madrid. El pintor cordobés pasó en la capital de España muchos años, y, aunque nunca olvidó en sus cuadros las plazas e iglesias de su ciudad natal, allí tuvo la oportunidad de codearse con la élite intelectual de España. Por su estudio pasaron escritores como Ramón del Valle-Inclán y Manuel Machado. La ruta que se celebró ayer aprovechó la fiesta madrileña de la Almudena para hablar de los lugares de la capital en los que Romero de Torres dejó la huella de su pintura y logró un gran prestigio en toda España.
A lo largo de estos días también se han celebrado veladas y conferencias, que han recordado a un autor que si bien alcanzó gran fama en vida y después, tuvo que esperar algún tiempo hasta que se estudió en profundidad su obra y se le situó como un artista que conoció las vanguardias de su tiempo y que dotó a su obra de muchos aspectos simbólicos, más allá del mito, real, de la mujer morena.