Tribunales
La Fiscalía de Córdoba le pide dos años y medio por maltratos durante 26 años
El hombre, de Santaella, trasteaba con cuchillos delante de su mujer y le puso su escopeta a la altura de la cabeza
El Juzgado de lo Penal número 2 de Córdoba prevé acoger hoy el juicio a un hombre, acusado de un delito de violencia física y psíquica habitual sobre la mujer, tras supuestamente pegar y controlar a su esposa durante 26 años de relación. El fiscal le pide por estos hechos una pena de dos años y seis meses de prisión, tres de orden de alejamiento y cinco de privación del derecho a la tenencia y porte de armas.
Según recoge la calificación del Ministerio Público, a la que ha tenido acceso Europa Press, el procesado ha estado casado durante 26 años con la afectada, con la que tiene dos hijos mayores de edad y han convivido en la localidad cordobesa de Santaella.
En concreto, el fiscal detalla que desde los primeros años del matrimonio el acusado ha sometido a la mujer «a una espiral de violencia física y psíquica ejercida sobre la misma a través de conductas de aislamiento social y familiar, control económico impidiendo que trabajase, control de conducta, control de su aspecto físico, insultos graves, desvalorizaciones, intimidación mediante violencia sobre los objetos, y mascotas, indiferencia afectiva y agresiones físicas».
Al respecto, detalla algunos episodios como que supuestamente le negara ir al hospital donde estaba ingresado su padre «antes de morir», para lo cual, según el fiscal, se lo impidió «por la fuerza, mediante agarrones, y llegando a pegarle dos bofetones en la cara».
Maltrato a los perros
En otra ocasión, el procesado cogió a su esposa por los pelos «y la zarandeó», hecho por el que fue condenado como autor de una falta de maltrato. En otros momentos, «amedrentaba» a la mujer mediante «violencia sobre las mascotas», de manera que «pegaba patadas a los perros si no le obedecían y les pisaba la cabeza con su pie en el suelo y apretaba mientras el animal chillaba».
Le colocó su escopeta a la altura de la cabeza
Además, explica que «continuamente atemorizaba» a la afectada, como «con el uso de escopetas de caza», de tal modo que «en una ocasión, estado juntos de cacería puso inopinadamente el cañón de la escopeta que portaba, a la altura de la cabeza de su mujer, llegando ésta a tirarse al suelo del pánico que sintió», o través de gestos simbólicos, tales como «trastear con los cuchillos en presencia de su mujer, rebuscar en el armario donde guardaba las armas de caza, o entrar en el dormitorio, y sin razón despertar a su mujer, para que viera cómo le estaba apuntando con sus dedos índices, simulando disparar contra ella».