EL ESTILITA
LO QUE NOS MERECEMOS
Los catalanes votan hoy ¿Realmente son tan diferentes a nosotros?
MIENTRAS Teresa se convierte en heroína por sobrevivir a su mentira y el único hombre que dijo la verdad está execrado. Mientras Ana Patricia dice que todo el mundo es bueno, incluido Podemos, porque que piensa que el problema se reduce a un partido más al que sólo habrá que prestarle dinero que no devolverá. Mientras Monago se indigna porque acusando recibo de su solicitud de contundencia respecto a la corrupción le recuerden sus treinta y dos viajes a Canarias a costa del Senado. Mientras Pedro Pacheco ingresa en prisión porque, al cabo, la venganza de la Justicia cachonda se sirve especialmente fría. Mientras unos jueces linchan a la Pantoja de modo ejemplar -que no ejemplarizante- por enamorarse del hombre equivocado, que es los que han hecho las folclóricas toda la vida de Dios para que exista la copla. Mientras otros jueces pactan con la Caballé su arreglo procesal porque los catalanes son asimétricos y mantienen, pese a quien pese, sus buenos tiempos para la lírica. Mientras nuestro diputado Antonio Hurtado, con rara oportunidad, se queja de los recortes del Gobierno en el ministerio de Defensa, es decir, en ese mismo ministerio que según su guapo jefe sobra. Mientras Susana Díaz cree que mantiene el decoro oficial de una comunidad autónoma globalmente imputada. Mientras la Orquesta de Córdoba, con indudable humor negro, graba la música de una película de zombis después de haber interpretado el Réquiem de Mozart en el día de Difuntos, como si quisiera resucitar tras haber conocido la Gloria. Mientras Cáritas se pregunta cómo es posible que dos mil cordobeses dejen tan sólo cinco mil y pico euros en el cepillo de un evento organizado al efecto y aún llamemos a esta ciudad generosa. Mientras las cofradías no saben como zafarse del magnódromo loco en el que se ha convertido Córdoba y las más significadas entre ellas dan en la mejilla del Obispo la bofetada que tenían que dar en la de la Agrupación. Mientras los ocupas del Rey Heredia vuelven locos a los vecinos, a Torrico y a la madre que los parió, sin ley ninguna que los ampare, o sea, por riles. Mientras Izquierda Unida merodea a Ganemos, pensando en Podemos, aunque no sea lo que queremos, exorcizando al demonio de Anguita. Mientras los políticos, sorprendidos, claman contra los corruptos y piden perdón por ellos como si hubieren nacido ayer, incluso hoy. Mientras Sandokán pide que no le cobren todavía lo que nunca va a pagar. Mientras los empresarios cordobeses no se explican por qué el turista no tiene buen concepto de ellos. Mientras el alcalde Nieto echa cuentas sobre los parados de más -cuatro mil, pico arriba, pico abajo, parecen indicar los últimos cálculos- que su compromiso electoral puede asumir sin que se le descomponga la figura...
¿Mientras todas estas cosas disparatadas pasan, sin hacer memoria de más allá de una semana, a qué asombrarnos de que hoy los catalanes voten, no voten o semivoten para exacerbar la parodia de identidad que desde hace tantos años mantienen? ¿Realmente son tan diferentes a nosotros? ¿Se mueven por distintos parámetros sociales o políticos? ¿Acaso no votaron esa misma Constitución demencial que votamos todos? ¿Tal vez no entendieron como nosotros que en su artículo dos establecía la existencia de nacionalidades y regiones que posibilitaba la voladura del Estado?...