EL DÍA DE LA ESTAFA
EL Gobierno catalán perpetra hoy el mayor fraude de ley cometido en la reciente historia democrática de España, una estafa para la que no ha dudado en implicar a todas las instituciones del poder autonómico creado, única y exclusivamente, por la voluntad constituyente de los ciudadanos españoles, expresada en la Constitución de 1978. Sirviéndose de testaferros bien nutridos de dinero público, Artur Mas y sus socios separatistas han aparcado el sentido del ridículo y el respeto a Cataluña para llevar a cabo una parodia de encuesta con pretensiones soberanistas. Pero no es una iniciativa dejada en manos de «voluntarios» ni una expresión legítima del derecho a la libertad de expresión. Es una irresponsable crispación de la sociedad catalana, bajo la dirección y el control inmediato del Gobierno catalán. Las admoniciones de los viernes en el Consejo de Ministros han servido de poco para frenar el proceso separatista que hoy no culmina. Hoy, el separatismo tomará la temperatura al Estado y la medida de su capacidad de reacción. La teoría de no facilitar el victimismo puede acabar facilitando el separatismo.
El 9-N no era el fin, sino el medio del nacionalismo catalán para calcular nuevos objetivos a medio y largo plazo. Se ha llegado a la jornada de hoy con dos resoluciones suspensivas del Tribunal Constitucional que solo han provocado en el Gobierno catalán un cambio de táctica, no de estrategia. Y además, con total impunidad legal. El respeto a la ley no se ruega, se impone, y ya se ha llegado tarde para algunas medidas. Ahora se abre el tiempo de las responsabilidades, salvo que el Gobierno central considere que hay que premiar el fracaso y el ridículo del nacionalismo catalán con una nueva etapa de negociaciones y concesiones. Esta historia ya es conocida y se sabe a qué conduce. Solo una renuncia expresa del nacionalismo a sus objetivos separatistas y una aceptación incondicional de la unidad de España y de su integridad constitucional permitirían hablar de un tiempo nuevo para pactos nuevos. Hasta entonces, firmeza.
