El beato Álvaro del Portillo
«Es de bien nacidos ser agradecidos», dice un refrán, y, recordando la gran fiesta que fue para muchos la beatificación de don Álvaro del Portillo en Madrid, solo tengo motivos para agradecer al beato Álvaro su ejemplo de virtudes.
En concreto, he aprendido mucho de su humildad. Pude estar con él en varias ocasiones, siempre al lado del Fundador. Años después, siendo ya prelado, tuve la oportunidad de estar con él en una tertulia y me sorprendí al oírle porque no conocía su voz: siempre estuvo en la sombra. Ahora, gracias a las biografías que se han escrito, me voy enterando del apoyo tan fuerte que ha sido para el Fundador y para los que nos beneficiamos de sus enseñanzas. «Gracias, beato Álvaro. Contamos con tu ayuda desde el cielo».
Ayer, en la catedral de Valladolid, el arzobispo Monseñor Ricardo Blázquez celebró la misa de acción de gracias por el nuevo beato.