EL BCE, LISTO PARA ACTUAR DE NUEVO
EL Banco Central Europeo (BCE) avanzó ayer su firme disposición a aprobar nuevos estímulos monetarios en caso de que el frenazo de la economía europea se agrave en los próximos meses. La reducción de los tipos de interés hasta el mínimo histórico del 0,05 por ciento, las inyecciones de liquidez a la banca y el programa de compra de activos anunciados en septiembre fueron, sin duda, medidas correctas y necesarias, ya que su objetivo es facilitar la reapertura del crédito a familias y empresas para impulsar el crecimiento y el empleo. Sin embargo, corren el riesgo de quedarse cortas ante la preocupante ralentización económica que atraviesa la zona euro. Por ello, el presidente del BCE, Mario Draghi, afirmó que todos los miembros de la entidad monetaria apoyan «de forma unánime» la puesta en marcha de más instrumentos «en caso necesario».
Las palabras de Draghi son muy relevantes por dos razones. En primer lugar, porque despejan las dudas acerca de una posible división interna en el seno del BCE debido, sobre todo, a las reticencias de Alemania para adoptar nuevos estímulos, tal y como se ha rumoreado en los últimos días. Y, en segundo término, porque abre la puerta a la compra de deuda pública y empresarial, al igual que han hecho los otros grandes bancos centrales en Estados Unidos, Reino Unido o Japón. El BCE no debe ni puede escatimar esfuerzos contra la crisis y, aunque es cierto que en ocasiones se ha mostrado reticente, a la hora de la verdad ha actuado de forma sólida y contundente para evitar males mayores. Pese a ello, cabe recordar que las políticas monetarias, siendo imprescindibles, deben ir acompañadas de reformas y ajustes en los países más débiles, como es el caso de Francia e Italia, para que surtan efecto.