Carlsen-Anand La revancha más difícil de la historia del ajedrez

FEDERICO MARÍN BELLÓN

Solo Alekhine, en 1937, y Botvinnik, en 1958 y 1961, lograron recuperar el título después de sufrir el drama de perderlo. (Karpov aprovechó el cisma del ajedrez mundial y no se vengó nunca de Kasparov). A partir del sábado –el viernes se celebra la ceremonia inaugural– el indio Viswanathan Anand intentará pasar a la historia en la ciudad rusa de Sochi como el primer gran maestro que, además de recuperar el trono, lo hace desde cero. Se ha ganado la revancha a pulso, jugando la fase previa y no por la revancha automática que se otorgaba antes a los campeones . Anand se ha preparado a conciencia y viene de jugar de fábula. «Solo» tiene un escollo: al actual número uno, Magnus Carlsen, nadie le ha encontrado la etiqueta de efímero. El noruego, ex niño prodigio de 23 años, ha reunido en un suspiro la triple corona: en ajedrez clásico, rápido y relámpago. Es como un tenista que domina cualquier superficie o un atleta capaz de correr los 1.500 metros y los 400.

Una paliza para olvidar

En noviembre de 2013, Carlsen destrozó a Anand en su propio feudo: 6,5 a 3,5. Las últimas dos partidas fueron innecesarias. El chico no hizo nada especial, pero el veterano se desmoronó, abrumado por la responsabilidad, superado hasta en los aspectos más básicos. Anand vuelve con la lección supuestamente aprendida, aunque casi nadie sabe cómo hincarle el diente al primer campeón hijo de la informática. Solo el italiano Caruana, segundo del mundo, parece una amenaza real. Pese a todo, el viejo tigre de Madrás guarda un último zarpazo; pocas cosas hay tan peligrosas como un felino herido. A sus 44 años, tiene doce asaltos por delante.

Carlsen y Anand velan armas en Sochi desde el martes. Ya han inspeccionado el lugar de juego, el tablero, las piezas y la sala de descanso que pueden usar cuando le toca mover al otro. Incluso han elegido las sillas, entre tres modelos diferentes. Antes de Fischer estos detalles apenas contaban, pero el americano cuidaba la iluminación, mantenía a raya a las cámaras, los periodistas, el público... Ahora, los equipos también vigilan que no haya un resquicio para las trampas, en una época en la que un teléfono móvil puede esconder a un maestro.

Anand llega dispuesto a olvidar el pasado. «Lucharé contra mí mismo», ha declarado. Contra él y contra el tiempo. Ni siquiera en ajedrez es fácil es ser el mejor más allá de los cuarenta. Carlsen sigue con su aspecto relajado, juega al baloncesto y procura que no note que él también trabaja duro.

Los expertos no dan una rupia por Anand, aunque algunos, como Kramnik, auguran una lucha emocionante. «Anand vendrá preparado y tiene menos presión», declaró el excampeón ruso. El propio Carlsen ha admitido que se considera el favorito, pero que si juega igual que en las últimas semanas «podría no ser suficiente».

La guerra psicológica no sale a la superficie, pero cada declaración esconde una bala. Carlsen no quería jugar en Rusia –incluso dijo que se plantearía darle la mano a Putin, quien de momento se ha limitado a darles la bienvenida por carta– y la prensa india subraya que Anand adora ir allí. «Seguramente me encontraré a un Carlsen diferente, porque la corona siempre cambia de algún modo». Ya veremos hasta qué punto.

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