CIS, MÁS QUE UN TOQUE DE ATENCIÓN

El Gobierno no debe conformarse con las estimaciones de voto, que dan al PP el primer puesto, ni presumir que los indecisos se decantarán por los populares ante las urnas

EL Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha justificado con creces las expectativas creadas en torno a la encuesta que hizo pública ayer. Tal y como se había filtrado, Podemos revienta el panorama preelectoral con unos índices que no permiten despachar su presencia política como una circunstancia efímera. Son los temblores que anuncian un posible terremoto. Según el CIS, Podemos es la primera fuerza política en intención directa de voto, aunque la combinación de otros valores de la encuesta hace que el Partido Popular siga a la cabeza en estimación de voto, con el 27,5 por ciento, seguido del PSOE, con el 23,9 por ciento, y Podemos, con el 22,5 por ciento. Estos datos revelan, en este momento, dos elementos clave de la coyuntura política: el PP pierde apoyo a pesar de la incipiente mejora de la economía y la izquierda está generando un bloque mayoritario.

El Gobierno no debe conformarse con las estimaciones de voto, que dan al PP el primer puesto en la encuesta, ni presumir que los abstencionistas e indecisos se decantarán por los populares cuando se sitúen ante las urnas. El exceso de confianza está haciendo pagar al PP esta factura de la caída clara y constante en las encuestas. Además, la rebaja hecha por Bruselas de las previsiones macroeconómicas no ayuda al Gobierno en el esfuerzo final de la legislatura, que tendrá un primer hito en las municipales y autonómicas del próximo mes de mayo, en las que la izquierda podría revertir la tendencia de voto de cara a las generales de noviembre, como le sucedió favorablemente al PP en 2011.

Es cierto, en todo caso, que toda encuesta permite al encuestado un desahogo que no siempre se prolonga con el voto oficial. Ahora bien, el PP debe cambiar su percepción sobre lo que está sucediendo. La corrupción está carcomiendo su posición política y sus credenciales de gestor económico, única carta a la que había apostado el éxito de la legislatura. El olvido de la política y de aspectos fundamentales de su programa electoral ha desmovilizado ideológicamente a su electorado, formado por clases medias castigadas por una presión fiscal sin precedentes y que no han tenido la compensación de verse identificadas en reformas coherentes de la Justicia, de la educación, de la estructura administrativa del Estado o del modelo de sociedad. Los que aconsejaron al Gobierno mantener un perfil bajo en estas y otras cuestiones, como el aborto, para no movilizar a la izquierda, ven ahora cómo la izquierda está movilizada y el votante del PP preguntándose qué se ha hecho con su voto.

CIS, MÁS QUE UN TOQUE DE ATENCIÓN

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