Muerte digna, vida digna
El caso de Brittany Maynard, la joven enferma de cáncer terminal que planificó su suicidio asistido, se ha convertido en fenómeno viral tras cumplir su promesa de quitarse la vida, anunciada en un vídeo que ha dado la vuelta al mundo. En este sentido, me preocupa que la facilidad y velocidad de propagación de su testimonio a través de la red haya impregnado de ligereza una historia que, precisamente, no tiene nada de anecdótico o superficial. Realmente, ¿nos lleva a algún sitio polemizar, como quien habla del tiempo o del partido del fin de semana, sobre una cuestión tan trascendental? La inmediatez de Internet no debe hacernos perder nuestra capacidad de reflexión porque está en juego el derecho a una muerte digna y lo que inevitablemente esta muerte nos niega: el derecho a una vida digna. Por tanto, mientras la legislación no regule la libre elección de cómo morir, evitemos la controversia estéril y el hablar por hablar. Centrémonos en actuar conforme a la única decisión que, hoy por hoy, sin supuestos ni presunciones, sí está en nuestras manos: cómo vivir.