PECADOS CAPITALES

LUCÍA

MAYTE ALCARAZ

Génova ya trabaja en un segundo escenario: encontrar un candidato que, si no se logra revalidar la capital, construya una alternativa para 2019

LA última broma entre los ministros consiste en poner cuerpo a tierra para que no se les incluya en ningún sondeo, encuesta o similar para ser candidato al Ayuntamiento de Madrid. El temor a perder la mayoría absoluta en la capital empieza a generalizarse en Moncloa. Por eso, cualquier ministro con fama de buen gestor, cualquier dirigente con notoriedad y buen expediente es susceptible de pasar a ser nominado para dirigir la Alcaldía. Las chanzas corren de boca en boca en el Consejo de Ministros desde que alguien decidió incluir en el sondeo que elabora el partido a la ministra de Fomento, Ana Pastor, y a la presidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Elvira Rodríguez. Sin comerlo ni beberlo ambas se vieron concernidas en una batalla de la que son ajenas. El PP está quemando todas las naves en el bien entendido de que, probablemente, ninguno de los elegidos consiga obtener mayoría absoluta. Por eso, la maquinaria del partido ya está en un segundo escenario salvo sorpresa (positiva), que no se espera: buscar un aspirante que, aunque no gobierne, construya una alternativa de futuro. Es evidente que el PP no se puede permitir el lujo de, por muy importante que sea la capital de España, perder a una eficaz gestora, como la titular de Fomento, para ganar una jefa de la oposición en Madrid. Caso parecido al que se plantearía con la designación de la responsable del supervisor bursátil.

Por eso, los populares barajan ya un nombre que sumaría muchos apoyos y reuniría las condiciones de apuesta de futuro que precisa Rajoy: Lucía Figar. La actual consejera de Educación tiene 39 años y una excelente hoja de servicios. Aunque su nombre siempre ha sonado como posible recambio a Ignacio González en la Presidencia de la Comunidad, lo cierto es que en Génova y Moncloa se la analiza como baza municipal. De hecho, su apoyo popular es mayor en la capital que en el ámbito regional, donde las polémicas educativas y los recortes sociales pueden jugar en contra de sus expectativas.

Algunos ministros ya han planteado esta opción al presidente del Gobierno y descartado la elección de Esperanza Aguirre como cabeza de cartel. La expresidenta autonómica sin embargo no piensa abandonar la batalla. Ayer mismo convocó a su círculo de poder más próximo en Génova y volvió a situar el problema en la coyuntura de deterioro del partido a nivel nacional. Maestra en hacer de la necesidad virtud, Aguirre analizó la encuesta del CIS y volvió a reiterar la necesidad de tener un discurso proactivo contra la corrupción. Sin citarla, pareció de nuevo marcar distancias con la política de la planta séptima que, como sentenció Cospedal el lunes, cree haber hecho ya todo lo posible contra los escándalos, cuyo último exponente es la detención de su ex mano derecha en el partido, Francisco Granados.

LUCÍA

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