30 MIRADAS SOBRE LA MEZQUITA-CATEDRAL

J.M.C. / R.A. / L.M. / D.D.

El templo diocesano admite tantas miradas como visitantes tenga: es como un libro que se despliega de una forma diferente ante cada nuevo lector

TANTAS como arcos, como naves, como dovelas. Las miradas sobre un edificio tan rico y tan profundo nunca se terminan, y será complicado hallar a dos personas que miren exactamente lo mismo, que lo vean de una forma absolutamente igual.

La sensación al entrar en la Mezquita-Catedral es de infinitud y de la incapacidad de abarcar todo lo que se tiene delante. No lo consigue hacia lo vertical, como en la búsqueda que el gótico hace del cielo, sino con la austera proporción cordobesa, pero la impresión y el sobrecogimiento es exactamente lo mismo. La sensación la tienen los cordobeses que entran en él con asiduidad, así que los que lo hacen por primera vez, o quienes se internan en ella de tarde en tarde, deben de pensar que el tiempo se les ha parado y que alguna fuerza del cielo les ha querido regalar un momento en el paraíso.

Así, hay quien habla del silencio sobrecogedor que a uno le sorprende cuando está dentro de las naves, mientras que el que tiene un alto conocimiento de la arquitectura prefiere sintetizar su importancia diciendo que es una de las grandes construcciones de la historia de la humanidad, y además en un lista bastante corta. Los visitantes que esperan encontrar un choque estético y cultural encuentran cómo la superposición de realidades, la cristiana sobre la musulmana (y debajo también, aunque en menor medida) es mucho más natural y asombrosa de lo que podría parecer desde fuera.

Cuando uno está dentro tiende a perderse, porque sin dejar de ser una iglesia, la Catedral es mucho más. Igual que hay un libro para cada lector, hay una Catedral, con mayúsculas, para cada visitante. Uno puede asomarse desde muchos puntos de vista y puede aplicar en su caminar por las naves de templo el campo de experiencia que lleva tras de sí, además de su bagaje personal y profesional. Si uno es cantaor flamenco, por ejemplo, la contemplación del monumento le llevará a veladas inolvidables en el Patio de los Naranjos, cuando el perfume del azahar se mezcla con el arte de los cantaores y de los bailaores en la celebración de la Noche Blanca del Flamenco. Si uno es arqueólogo verá en los muros que recaen en la calle Torrijos una señal clara, nítida de cómo la superposición de civilizaciones puede llegar a convertirse en una creación más que virtuosa, más que enriquecedora. Si uno es músico no podrá recorrer cada una de las estancias de la Catedral sin recordar cada uno de los instrumentos y de los sonidos que han empapado la historia de un monumento que ha pasado a la historia de Occidente por su singularidad única y por su espíritu integrador más allá de las posiciones extremistas. Se trata, en suma, de una experiencia singular la viva uno como la viva y que permanecerá para siempre en la memoria de quien la protagoniza, porque Córdoba es una ciudad única en muchos sentidos... pero la Catedral, la antigua Mezquita, ejerce de salvaguarda, de centinela, de un poso milenario inigualable.

30 MIRADAS SOBRE LA MEZQUITA-CATEDRAL

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación