DESDE MI RINCÓN

Exigencias que son de agradecer

La corrupción ha calado no solo en la política, sino también, de una u otra manera, en otros sectores de la sociedad

JOSÉ LUQUE VELASCO

SIEMPRE debemos tener presente el pensamiento que nos dice que «si los hombres supiésemos agradecer como sabemos exigir, la sociedad sería diferente» España pasa por momentos complicados. La corrupción se ha instalado entre nosotros y tenemos la sensación de que los corruptos siguen campando a sus anchas sin saber como eliminarlos. Y no sólo me refiero a la corrupción política, que la hay y que tiene una especial importancia por el mal ejemplo. La corrupción también ha calado, de una u otra manera, en otros sectores de la sociedad española. Aunque sin ser mayoría, son demasiados los que están obsesionados por acaparar cosas y atesorar riquezas, incluso ajenas. Personajes estúpidos, faltos de autoestima, carentes de sentido común y de cuantos valores dignifican a las personas. Individuos que están llevando a una mayoría social al desencanto y al hartazgo, y a una gran parte de la sociedad a la pobreza. Si somos capaces de valorar el enorme daño que estos individuos están haciendo a España, estaremos capacitados para iniciar el camino correcto para combatirlos. Uno de los medios, por contraste, para iniciar esa lucha, es valorar y reconocer los comportamientos de aquellos que, en política o en cualquier otro ámbito, actúan de manera honesta y ejemplar.

Quienes siguen esta columna pueden pensar que soy excesivamente exigente con los responsables políticos del Ayuntamiento de Córdoba. Es cierto que muchas veces difiero en el método que utilizan para conseguir determinados fines. Cuando eso ocurre, aun estando de acuerdo en el fin, procuro dar razonada y crítica opinión. Puede que a veces ponga el listón de las exigencias muy alto. Pero no es menos cierto que ellos ponen el cinturón de nuestras obligaciones en los límites de la asfixia. Y aunque es indiscutible que las cosas siempre se pueden hacer mejor, hay que reconocer que, de momento, la corrupción no ha alcanzado a Córdoba. Que la mala administración del dinero público, esa que lastra el futuro de muchos pueblos de España, es historia en nuestra ciudad. Por eso hay que agradecer a quienes en la actualidad nos representan políticamente no tener que sentirnos avergonzados de sus actos y comportamientos. Personalmente me gustaría además sentirme orgulloso; pero por ahora, aquí me quedo.

Muchos partidos han sufrido notorios y sorpresivos varapalos en las urnas, porque sus votantes y simpatizantes no les manifestaron, anticipada y públicamente, las razones que tenían para retirarle su confianza. Por eso, quienes quieran ganar el porvenir, deben aceptar con agrado las críticas que, nacidas de fuente limpia, les hagan en el presente los ciudadanos, porque vendrán de quienes quieren tener razones para en el futuro depositar en ellos su soberanía.

Exigencias que son de agradecer

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