HISTORIA DE PRIMERA
El penalti de Djukic que dejó al Deportivo sin Liga
El técnico del Córdoba erró en el último minuto la pena máxima que pudo dar el primer título a los gallegos
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Miroslav Djukic ha pasado a la historia del fútbol español por fallar un penalti que al Deportivo de la Coruña, una agradable rebelión modesta de los años 90, le costó una Liga. Concretamente, en 1994. Entonces, en la última jornada de Liga, el cuadro herculino tuvo la opción de ser campeón de Liga. Le bastaba con ganar al Valencia en la última jornada, pero empató a cero.
Tal vez, al equipo que entrenaba Arsenio Iglesias le pudo el miedo a ganar. Se tensionó demasiado. Pero, pese a eso, en el último suspiro del partido tuvo su momento. Nando, el lateral izquierdo, forzó un penalti que López Nieto no dudó en señalar. Entonces, el Camp Nou, donde el Barça de Cruyff esperaba para celebrar su cuarta Liga consecutiva, detuvo la respiración y casi se queda sin aliento.
En un principio, esa porción de gloria estaba reservada para Bebeto, un delantero brasileño que había eclosionado en Riazor hasta el punto de formar una envidiable pareja de ataque en Brasil que meses después fue campeona del mundo. Pero en ese momento no. El goleador, cerca de Finisterre, desapareció y dio toda la responsabilidad a otro compañero. Entonces, casi nadie la quiso.
Finalmente, Djukic, dotado del gen competitivo que tienen los deportistas balcánicos, sí quiso el balón. Demasiada presión, excesiva. Frente a él González, un portero veterano. La mirada de Djukic antes de iniciar la carrera hacia el balón no inspiraba confianza. Ninguna. Pero, entre sus dudas y sueños, golpeó con su pierna derecha el esférico. Puede que mal direccionado, algo que facilitó el trabajo del meta, que con el esférico atajado celebró como suyo un título que en realidad correspondía a un Barcelona de época y que fabricó una «dinastía» de cuatro títulos de manera consecutiva.
Pese al sinsabor, la historia deportivista deja a Djukic como uno de esos componentes del «Superdepor» que se atrevió a desafiar a la gravedad que ejercen en el fútbol nacional. El hoy entrenador del Córdoba quedó como un ídolo para la afición del Deportivo, gracias en buena parte a su elegancia, pero también al valor de buscar una porción de gloria que al final quiso compartir con todos: el club, la ciudad y hasta el fútbol modesto, que así creyó que otro tipo de desenlaces podía ser posible.
Sobre el lance corrieron ríos de tinta y se habló sobre la motivación del Valencia, reflejada en el gesto de González. E incluso el escritor leonés Julio Llamazares, en su libro «Tanta pasión para nada» hizo un capítulo especial sobre ese momento llamado «El penalti de Djukic».
Paradojas del destino, el serbio pasó del Deportivo al Valencia y hoy entrena al Córdoba después de que el curso pasado fuera preparador de la escuadra che. Djukic ahora tiene ahora una misión tan compleja como la de aquel penalti, pero con la ventaja de que dispone de más tiempo para ejecutarlo. Tal vez, así reciba una porción de gloria que aquella tarde del 94 se le negó. Por lo pronto, quiere que sea la del primer triunfo del Córdoba en esta temporada. Antes y después, su cariño al Deportivo será el mismo. El de siempre. Máximo.