El Córdoba B acaba regalando un punto

La matinal de ayer dejó perplejos a los cerca de 500 espectadores que se habían acercado a la ribera del Guadalquivir para ver al filial intentar escapar de su mala racha de resultados frente a un El Palo que coquetea con los puestos altos sin practicar un juego excesivamente meritorio, o, al menos, eso fue lo que quedó reflejado en el césped de El Arcángel.

Y esa perplejidad se debió a la falta de ambición de un Córdoba B, que se conformó con el tempranero gol de Florin —quien, no obstante, se mereció algo más por coraje y entrega—, y porque José Antonio Romero, el técnico local, se negó a resolver un problema que permitió durante los 90 minutos de juego: Bijimine está por completo carente de forma, cuestión de dejó a las claras en sus intervenciones, pero no lo cambió en todo el partido.

Pero no hay que restarle méritos tampoco al rival. Es verdad que El Palo se mantuvo encerrado en su campo durante los diez primeros minutos para lanzar contragolpes rápidos con Salvi y Juanillo, resueltos por Fran Serrano y Jon Villanueva, respectivamente, pero luego fue conquistando terreno y hasta marcó Nacho Aranda un gol que fue anulado por fuera de juego en una magnífica jugada de triangulación a raíz de una falta.

Las fuerzas se nivelaron merced al impulso de Florin, Dani Hernández —que tuvo una actuación intermitente— y Juanfran por parte local, y Juanillo, Amaya y Kike por los visitantes. Pero el rival, de negro y amarillo, estaba obligado a marcar y se notó. Un error de Bijimine y un rebote en la pierna de Juanillo, tras el despeje de Fran Serrano, acabó haciendo un extraño que pilló adelantando al meta local para que llegara al empate en el luminoso.

Era el minuto 54 y el filial dejó de existir. De hecho, apenas se había mostrado en los minutos previos al gol de El Palo, y no regresó al partido hasta, por lo menos, diez minutos más tarde, cuando comenzaron las prisas por lograr la victoria a base de presión. La tuvo Fran Serrano de remate de cabeza y también Juanillo en un mano a mano que le acabó ganando Villanueva, pero los nervios de los locales, que perdieron por completo el centro del campo, y el conformismo de los rivales, que dieron por bueno el empate, mataron definitivamente el partido.