proliferan los veladores

Las terrazas toman las aceras

La invasión de mesas y sillas en algunas zonas de la ciudad es solo uno de los incumplimientos de la actual ordenanza

Las terrazas toman las aceras miguel ángel

d. d.

Transitar por determinados enclaves de la capital se ha convertido en una verdadera carrera de obstáculos a base de sillas, mesas y parasoles. Este «mobiliario» urbano obliga al avezado a agilizar el ingenio -cuando el entorno lo permite- para sortearlo con improvisados quiebros; en otras ocasiones, los regates resultan imposibles y la única manera de pasar es incorporarse al «carril» de viandantes que corresponda, según el sentido de la marcha.

Veladores ha habido desde siempre, pero de un tiempo a esta parte su número se ha multiplicado de forma más que significativa, incumpliendo, en muchas ocasiones, la ordenanza vigente, que data del año 2008.

Algunas de las zonas más saturadas son la avenida de Barcelona, la plaza de San Miguel, la calle La Plata, la avenida del Aeropuerto, Arroyo del Moro, o el Tablero Bajo, donde hay hasta 500 metros seguidos de terrazas entoldadas. Según la normativa municipal, este tipo de instalaciones no deben de ser «aparatosas» e «integrarse armoniosa y discretamente en los espacios públicos sin alterarlos, sin suponer un elemento que distorsione su composición o perturbe su función». Primer punto que muchos violan.

Otra de las cuestiones que, en teoría, deben cumplir los hosteleros es garantizar que los veladores no afecten al tránsito peatonal, ni mermen «la indispensable seguridad, comodidad, fluidez y accesibilidad para los usuarios». Sin embargo, cualquiera que trate de circular por las aceras «tomadas» por los bares comprobará lo complicado que resulta hacerlo con normalidad. «Tengo un bebé y ya ve lo difícil que resulta pasar con el carrito por aquí», indicó a este periódico María del Carmen Vega, refiriéndose a la avenida del Gran Capitán.

Precisamente, el artículo 12 de la ordenanza especifica que «solo se podrán autorizar terrazas en los casos y con la extensión y condiciones en que sean compatibles con el fluido tránsito peatonal habitual o previsible en el lugar de que se trate. En particular, se tomará en consideración las dificultades especiales de quienes sufran cualquier tipo de limitación orgánica, funcional o motriz, o circulen con sillitas de niños».

En cualquier caso, debe quedar una franja para la circulación de personas cuyo ancho sea, como mínimo, de un metro y medio, algo que no se cumple a rajatabla ni en esta zona, ni en otras de las anteriormente citadas. Tampoco se respeta el punto 5 del mismo artículo, que reza que que en las vías con tránsito rodado «deberá haber una distancia mínima de un metro entre la terraza y el límite exterior del bordillo». A nadie sorprende ver mesas y sillas a escasos centímetros de la calzada, una realidad que en lugares como la avenida de Barcelona ha supuesto algún que otro susto de calado. Basta recordar el suceso que tuvo lugar en 1997, cuando un joven conductor perdió el control de su vehículo y se llevó por delante a una quincena de clientes que se encontraban en una terraza.

Aquí, además, es usual comprobar cómo algunos locales instalan su mobiliario exterior sobre el carril bici, algo que está completamente prohibido.

Mesas, sillas y monumentos

En otros enclaves, como la plaza de San Miguel, con la normativa en la mano, se dan dos incumplimientos claros: por un lado, el tránsito resulta dificultoso, sobre todo, los fines de semana. «Por aquí pasa mucha gente y, aunque hay espacio para pasar -en este aspecto, se atiende a la regla municipal-, es difícil hacerlo con normalidad», manifestó Manuel, residente de la zona y que «sufre» en primera persona la situación.

Por otro, el artículo 16 de la ordenanza concreta que «no se autorizarán terrazas que menoscaben la contemplación, el disfrute o las características específicas y relevantes de espacios públicos, monumentos o edificios singulares». Desde hace relativamente poco tiempo, comparten protagonismo en la postal de esta zona el templo fernandino y decenas de mesas y sillas.

El acceso de los servicios de emergencia es otro de los puntos que, según la normativa, debe permitir en todo caso este tipo de instalaciones, pero, una vez más, hay zonas en las que esta cuestión está claramente comprometida. Por ejemplo, el pasado mes de junio, una unidad sanitaria del 061 que no pudo acceder hasta el lugar donde se había producido un accidente laboral, en la calle Morería, ya que los accesos de tránsito peatonal, desde Cruz Conde, están poblados de veladores que impedían el acceso de la ambulancia.

En cuanto a la discutida legalidad de las terrazas cubiertas, el Ayuntamiento especifica en que pueden autorizarse «mediante toldos con instalaciones desmontables que, sin estar cerradas en sus laterales, no excluyan por completo y o permanentemente el uso común general del espacio».

Ninguna de las instalaciones de este tipo va en contra de la normativa, pero a algunas les falta poco, como las que se encuentran en el Tablero Bajo o en la avenida del Aeropuerto, donde las terrazas parecen más una prolongación de los propios locales que elementos independientes.

Las terrazas toman las aceras

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