DIARIO DE UN OPTIMISTA
¿LA IZQUIERDA ES DE DERECHAS?

Es absurdo reducir la izquierda y la derecha a unos determinismos sociales y económicos, porque existen comunistas chinos hostiles a los pobres y derechas europeas más solidarias que la izquierda
LA distinción entre la derecha y la izquierda es universal, pero es casi indefinible. Para hacerlo más complejo, añadamos un nuevo elemento al tema: la actual revuelta de los estudiantes de Hong Kong, que se inspiran y se identifican tanto con los indignados de Madrid como con el movimiento Ocupa Wall Street en Nueva York, hace tres años. ¿Dónde se pueden situar estas rebeliones en una escala derecha-izquierda?
La respuesta de las autoridades comunistas chinas a los manifestantes que reclaman unas elecciones democráticas es memorable. Leung Chun-ying, el jefe del Ejecutivo de Hong Kong nombrado por Pekín, excluyó el diálogo con los estudiantes y convocó a la plutocracia local, los empresarios cuya fortuna depende de su relación con el partido. Les dijo sin ambages que la democracia llevaría a los «pobres» al poder, ya que la mitad de los electores de Hong Kong tiene una renta inferior a 1.200 dólares al mes. Estos exigirían políticas «sociales», como el aumento del salario mínimo y una redistribución de tipo europeo. La democracia, por tanto, sería perjudicial para los «negocios», mientras que el Partido Comunista garantiza que los ricos lo serán todavía más.
Leung manifestó por primera vez en público lo que los dirigentes de Pekín dan a entender por alusiones: el capitalismo de Estado en China se basa en el aplastamiento de los pobres. La nueva clase media china, aproximadamente doscientos millones de personas, que constituyen la base del Partido Comunista, se muestra reacia a la democracia por temor a que provoque una cierta solidaridad social. ¿Pero no es de izquierdas el Partido Comunista chino?
En Estados Unidos, Paul Krugman, la cabeza pensante de la izquierda demócrata, invocaba el caso de Hong Kong en The New York Times esta semana para concluir que el Partido Republicano estadounidense era el defensor de la plutocracia contra el Partido Demócrata, partidario de la redistribución. La comparación con China causa perplejidad, ya que el Partido Republicano es de derechas, es mayoritario en este momento y la mitad de los estadounidenses no son plutócratas. De hecho, Krugman comete el mismo error, deliberado o inconsciente, que Leung al hacer creer que se vota en función de la fortuna, lo que es un determinismo arqueomarxista históricamente falso. Los marxistas conscientes de esta contradicción siempre han tratado de superarla explicando que un «pobre» que vota a la derecha es un «demente» que ignora lo que es bueno para él. Para no proseguir con este manido debate psicoanalítico, preguntémonos más bien, de forma concreta, quién actúa más en favor de la prosperidad y de la solidaridad: ¿la derecha o la izquierda?
En China es evidente, porque la izquierda declarada se encuentra al servicio de una minoría enriquecida. Pero en Europa o en Estados Unidos, la derecha es indiscutiblemente un motor histórico de la prosperidad para todos porque se muestra favorable a la empresa y a la economía de mercado. Ronald Reagan, Margaret Thatcher, Helmut Kohl, José María Aznar y Nicolas Sarkozy fueron todos unos progresistas en economía.
¿Le correspondería a la derecha, como se escucha a menudo (todos los lugares comunes no son necesariamente exactos), crear riqueza y a la izquierda redistribuirla? Este reparto de papeles es históricamente inexacto. Los primeros sistemas de solidaridad social fueron creados en Alemania a finales del siglo XIX por un Gobierno de derechas (cuando Bismarck era canciller), y en Francia fue el general De Gaulle, que no era de izquierdas, quien fundó el Estado de bienestar moderno con el nombre de Seguridad Social. ¿Estaban estos hombres de derechas intoxicados, sin saberlo, por los vapores del socialismo? La base filosófica de su acción era más bien el cristianismo social, ya que el Estado de bienestar puede considerarse una extensión de la caridad cristiana, razón por la cual este Estado de bienestar es casi inexistente en el Oriente confucianista.
Por tanto, es absurdo reducir la izquierda y la derecha a unos determinismos sociales y económicos, porque existen comunistas chinos hostiles a los pobres y derechas europeas más solidarias que la izquierda. Pero es innegable que cualquier sociedad se divide espontáneamente entre derecha e izquierda. ¿Existen los temperamentos de derechas y los temperamentos de izquierdas, unos temperamentos más naturales que condicionados por la situación social? ¿Y cómo calificar estos temperamentos? ¿Seríamos, por ejemplo, progresistas y optimistas en la izquierda, y en la derecha, conservadores y pesimistas? Este lugar común tampoco resiste la prueba de los hechos porque en Europa, hoy en día, la izquierda es más pesimista que la derecha. Por ello mencionaré otra línea de división que se remonta a los debates filosóficos del siglo XVIII. En el Siglo de las Luces se enfrentaban aquellos que querían perfeccionar la naturaleza humana y crear el Hombre nuevo (Jean-Jacques Rousseau) y aquellos que se planteaban el progreso social a partir de la naturaleza humana tal y como era (Voltaire, Adam Smith). En resumidas cuentas, la derecha, antes y ahora, acepta al hombre tal y como es, mientras que la izquierda no lo acepta y querría que fuésemos distintos a como somos, o a como Dios nos ha hecho. El gobernador de Hong Kong es sin duda de izquierdas porque no entiende que unos chinos exijan espontáneamente la democracia simplemente porque sea inherente a la naturaleza humana, una naturaleza universal.