Flores a la abogada de las almas
El quinario de Ánimas y los besamanos llenan un día en que la Virgen del Carmen visitó a las Angustias en San Agustín
Religión de vivos y no de muertos, de quienes duermen en la espera de la Resurrección. Si así es para todos los cristianos, para las cofradías, que dulcificaron la religión con la piedad, los primeros días de noviembre son de veneración a la Virgen María, abogada de los cristianos. Y de rezo por las almas de los difuntos, de esperanza más que de dolor de la despedida. El 1 de noviembre es día de inciensos y de flores en las iglesias, de cultos solemnes para las hermandades.
La memoria viaja enseguida hasta San Lorenzo, presidida en estos días por la silueta sobrecogedora del Cristo del Remedio de Ánimas. Ayer comenzó el quinario, que durará hasta el día 5, según su tradición, y en la catequesis que hace siempre para sus cultos aparecía la imagen, por primera vez tras su reciente restauración, como promesa de salvación y de vida.
En San Lorenzo también, en su capilla, estaba en besamanos la Virgen de las Tristezas, y no era la única iglesia. A pocos metros, en San Andrés, había comparecido de esta forma María Santísima de la Caridad, según una tradición de los últimos años, que este semana además ha celebrado sus cultos. En la iglesia de San Pablo, lo que se celebraba era un aniversario, pero también con el rito de besar la mano de la Virgen. Era Nuestra Señora del Rosario en sus Misteriosos Dolorosos, que el viernes había cumplido 21 años de su coronación canónica y había extendido al día 1 su besamanos.
Julio es el mes en que sale la Virgen del Carmen, pero tras la novena y la procesión, esta advocación vive días grandes en noviembre, pues es además abogada de las ánimas del purgatorio y sale en rosario en la víspera de los Fieles Difuntos. Ayer lo hizo a las seis de la tarde, y si alguna vez salió de San Cayetano y llegó incluso hasta el cementerio, casi siempre ha visitado iglesias. Ayer alcanzó el otro templo conventual de su feligresía: San Agustín. Era una visita a la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias, que volvió en marzo pasado a su primitiva sede. Ambas corporaciones celebraron una misa, que la decana aplicó por las almas de sus hermanos difuntos. A su término, la Virgen del Carmen volvió a San Cayetano.
A esas horas, otra imagen estaba en las calles, y traía en su procesión la melancolía propia del otoño y los rezos marianos que habían hecho dulce el día de Todos los Santos. Con sus flores rosas y su mirada antigua, la Virgen del Amparo, titular de gloria de la hermandad del Huerto, paseó por el Potro y Lineros, por la Corredera y la calle de Armas. Dejó una estela de recuerdos en las calles viejas.