Orquesta de Córdoba
Pasión eslava
Contundente se manifestó la Orquesta de Córdoba en su segundo de abono ante un programa que resolvió con notorio poderío sonoro, poco acorde a lo exiguo de su diezmada plantilla.
El joven y prometedor Pedro Peláez acometió con cierta timidez el segundo de los conciertos de Haydn para violonchelo reservando su potencial sonoro e intelectual para la cadencia del primer movimiento, en la que dio sensación de encontrarse más cómodo que durante los compases introductorios, cuyos pequeños desajustes quizá condicionaron el resto del desarrollo. Tras el Adagio de transición, las notables dotes de nuestro intérprete volvieron a florecer en el rondó final, en el que virtuosismo y flexibilidad hubieran podido culminar una más brillante interpretación si la Orquesta, que musicalmente pudo estar fantástica de no haberse llenado de protagonismo, no ahogara un tanto el esfuerzo del malagueño. Los aplausos al empuje del solista se vieron recompensados con la interpretación, ya fuera de programa, de la Courante de la «Suite para violonchelo número 6» de Bach.
La versión de Lorenzo Ramos (quien por cierto ofreció durante la inauguración del curso académico del Conservatorio Superior Rafael Orozco una fantástica conferencia acerca de la dirección de orquesta durante el siglo XXI, muy interesante, dinámica y fantásticamente hilvanada) al frente de la octava sinfonía de Dvorak anduvo especialmente atenta a la abundancia de ideas musicales que la conforman, aglutinándolas con notoria lógica sinfónica. El Allegro con brio del primer tiempo, sanguíneo y potente en la versión del pasado jueves, radiografió la partitura para mostrarnos con evidente claridad los numerosos contrapuntos que la conforman. Las desafinaciones de alguna que otra sección no lograron empañar el melancólico Adagio, y el vals del Allegretto gracioso fue abordado con profundidad intelectual y morbidez para finalizar de nuevo con un potente Allegro ma non troppo que sacó lo mejor de unos intérpretes, esta vez sí, en auténtico estado de gracia.