Guadalupe, fuente de fe joven

Guadalupe, fuente de fe joven ABC

POR L. M.

La peregrinación al monasterio franciscano llega a los 700 chavales y se consolida como uno de los acontecimientos más multitudinarios de la cantera cristiana de Córdoba

El corazón espiritual de la diócesis no siempre está en Córdoba. La peregrinación, tan arraigada en la tradición cristiana desde hace siglos, hace que la fuente se desplace muchas veces, para muchos, hasta para 700 jóvenes, Córdoba está en Guadalupe. Pasa desde hace algunos años, pero las cifras se superan año tras año, de forma que se ha pasado de 550 en el otoño de 2013 a 700 en estos días, cuando se ha realizado la peregrinación al monasterio franciscano extremeño y han llegado chaveles de multitud de parroquias y movimientos.

Para los jóvenes cordobeses, desde hace un tiempo, Guadalupe no es demasiado distinto de Santiago o de la aldea del Rocío. El primero es fundamental para la configuración de Europa y el segundo uno de los grandes santuarios marianos del mundo, pero comparte con ellos la voluntad de la peregrinación a pie, los humilladeros y las señales para llegar hasta un templo de tanta belleza patrimonial como tesoro devocional, cada vez más universal.

El viaje ha resultado toda una experiencia y, como sucede en una peregrinación con sentido, comienza en el mismo momento de ponerse en camino, incluso antes. Todo comenzó con la tradicional misa de envío, que presidió en la Catedral el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, que de forma simbólica mandaba a los participantes a la peregrinación. El Año Teresiano era el mejor motivo para recurrir a una frase de la Santa de Ávila, muy apropiada para esta época: «A tiempos fuertes, amigos fuertes de Dios», que era la que tenía que servir de divisa para la peregrinación. El 24 de octubre, día de San Rafael, partieron los 15 autobuses de toda la diócesis, que tuvieron dos paradas: una en Hinojosa del Duque y otra en Puerto de San Vicente (Toledo), donde se terminaba la ruta motorizada.

Allá empezó el camino a pie, que tuvo varias etapas y que no sólo fue de ejercicio físico, sino también espiritual, con varias paradas y catequesis y siempre bajo la guía de Santa Teresa. Llegaron a Alía (Cáceres) a la caída de la tarde y allí pasaron la noche.

Testimonios

Se levantaron con oración y catequesis. Prosiguieron la jornada a pie hasta la última parada antes de Guadalupe, a siete kilómetros del monasterio. Allí hubo misa y repusieron fuerzas para llegar esa tarde a su meta, aunque el camino ya había resultado bastante provechoso por sus frutos de oración, aprendizaje y convivencia entre los jóvenes que se habían desplazado. Tras rezar antes la Virgen de Guadalupe, la última parte de la jornada resultó de esparcimiento, con un concierto a cargo del músico Jesús Cabello. A la mañana siguiente se incorporó al entusiasta grupo el obispo, que presidió en el monasterio una misa de acción de gracias.

Los jóvenes también tuvieron la palabra en esta ocasión para relatar sus experiencias antes de emprender, otra vez en los autobuses, el viaje hasta Córdoba de nuevo, tras un fin de semana muy intenso tanto en lo físico como en el enriquecimiento de la fe.

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