Primer acto
García Baena analiza el soneto a Córdoba en la Cátedra Góngora

Nadie ha compendiado mejor en el breve espacio de catorce vesos lo que significa el paisaje de Córdoba. Lo dijo el poeta Pablo García Baena al comienzo de sus palabras, que eran también las que abrían el funcionamiento de la Cátedra Góngora en la casa de la calle Cabezas que lleva su nombre.
El ciclo «Góngora vivo: cómo leen a Góngora los creadores de hoy» se abrió con la presencia de García Baena, «el decano de los poetas cordobeses» y también, como dijo el director de la Cátedra, Joaquín Roses, también el depositario de una buena parte de los valores estéticos y literarios del poeta del Siglo de Oro. «Góngora sigue vivo en sus lectores y en sus obras, y en autores como Pablo», afirmó Joaquín Roses ante un auditorio que desbordaba la sala que se ha dispuesto para que acoja a partir de ahora las actividades sobre el autor.
García Baena comenzó mostrando su admiración por el creador de la «Fábula de Polifemo y Galatea» y también confesó el atrevimiento para hablar de textos, dijo, de tan alto valor. Tomó por ello el conocido soneto «A Córdoba», escrito en Granada en el año 1585. Se fue deteniendo en los versos y en aquellos aspectos que más le llamaban la atención.
Así, se detuvo en aquel que dice «que privilegia el cielo y dora el día» y fue hablando de cómo puede referirse a la fertilidad de las Sierras y de las tierras que rodean a la ciudad, pero también a todos aquellos monasterios y ermitas, desde el desierto de Nuestra Señora de Belén hasta el monasterio de San Jerónimo de Valparaíso, así que sería una referencia a la santidad.