PUNTO DE MIRA
DELINCUENTES DE LA CAZA
El problema de los furtivos es acuciante ante la falta de medios y nula voluntad de las administraciones
La imagen romántica que algunas películas y series han dado históricamente de la imagen del furtivismo en España poco o nada tiene que ver con la realidad actual. El furtivismo se ha convertido, como consecuencia de la vorágine que rige la nuestra sociedad, en una lacra que el mundo de la caza debe desterrar de su seno, como única vía de supervivencia de la propia actividad cinegética.
La serie de prácticas mafiosas que adornan una actividad que, en otros tiempos, en épocas de escasez, llegó a ser sustento de muchas familias humildes, pasa, hoy en día, por ser ejemplo de la delincuencia más repudiable. El furtivo delinque con total impunidad, arrasando por completo y sin miramientos con el patrimonio, hacienda, ilusiones y esperanzas de un colectivo ya de por sí sobrado de problemas burocráticos y trabas legales.
Las Administraciones, a través de los estamentos que deberían luchar por erradicar esta plaga, poco hacen contra ella. A pesar de algunos éxitos puntuales, tanto Guardia Civil, como guarderías autonómicas se ven lastrados por una alarmante falta de medios y por una nula voluntad política de resolver un problema que empieza a ser acuciante.
Eso sí, que no se le olvide a nuestras autoridades lastrar el desarrollo de cualquier jornada de caza, revisando multitud de papeles que ya obran por anticipado en manos de la Administración. Eso sí es importante para nuestros dirigentes políticos. Coger furtivos ya no resulta tan fácil ni tan rentable.
Todos saben quiénes dirigen estas mafias de furtivos, saben los canales de comercialización de la carne que obtienen en sus fechorías, saben qué establecimientos compran sin control estas carnes; pero no se hace nada. ¿Por qué?
Todas las temporadas somos testigos de cómo se masacran miles de animales en retrancas, de cómo se chantean manchas que han sido preparadas con mucho esfuerzo e ilusión y, lo que es más grave, se chantajea a propietarios y organizadores con el fin de colocar a elementos afines a estas mafias. ¿Hasta cuando?
Posiblemente la solución dependa de nuestros legisladores y políticos. Esperemos que éstos espabilen, por el bien de la caza y los cazadores.