El barrio de El Brillante y la urbanidad

El barrio de El Brillante y la urbanidad VALERIO MERINO

POR CORDUBA NOSTRA

Quienes acceden a la gestión de la res pública municipal, elegidos por sus conciudadanos, no son omniscientes, tampoco omnipotentes, menos aún ubicuos, aunque los hay que, de estar en todas partes, no están en ninguna. Esto deben considerarlo los gobernados para no esperar de ellos más de lo humanamente esperable. Y aquéllos deben saber que la gestión municipal, a la que voluntariamente han accedido, no es simple, antes bien muy compleja.

Es cierto que las ciudades avanzan con nuevos proyectos que las incardinen siempre en un tiempo nuevo, pero también como el lar particular de cada uno de sus ciudadanos, necesitan, a veces urgen a gritos desde su abandono, su mantenimiento, el revoco continuo de aquellas realidades que ajan una ciudad. Porque quienes viven alrededor o padecen las costras de una ciudad no cuidada pueden preguntarse con toda razón: ¿de qué me sirven a mi nuevos proyectos si la ciudad, mi entorno, es casi una «zona cero»..?

Un gobierno municipal no es el alcade, primun inter pares ciertamente, pero convenido que no puede estar en todas partes, tiene un equipo compuesto de ediles a cada uno de los cuales se le asigna un cometido, una función, un desarrollo de la ciudad, un conocimiento de la misma para su manteenimiento. No obstante, repartidas las tareas de gestión de una ciudad , el alcalde debiera tener una agenda de actividades organizada, de forma que en su jornada no hubiera tiempos muertos, y sí dedicara alguno de ellos a recorrer aquellos espacios, cuya situación de deterioro le hubiera sido comunicada por el edil correspondiente.

Pero, por si sí o por si no, desde estas lineas explicamos al gobierno municipal la situación que viene atravesando una zona importante de la ciudad como El Brillante y que, precisamente, no responde al título de «Patrimonio de la Urbanidad», una cuestión que también puede predicarse de otras zonas de Córdoba.

¿Cómo es posible que se permita el aparcamiento de los vehículos en las aceras, mientras que los viandantes caminan por la calzada?, ¿ tan laborioso, costoso, intrincado es hacer las calles de circulación en sentido único, marcar los lugares destinados al aparcamiento de vehiculos, alternando el lado por tramos para evitar la circulación a excesiva velocidad?. Y, en este sentido, ¿costaría un esfuezo sobrevenido señalar los lugares (de forma bien visible por las noches para evitar riesgos) destinados a contenedores de basuras...? Contenedores, cuyo número debe ajustarse a las características de este área urbana. estableciendo más puntos de depósito de vidrio, cartón-papel, incluso aceites para evitar su vertido al alcantarillado, debiendo estar perfectamente localizados y señalizados.

Quien patee toda esta zona, no dejará de considerar la atención que debe prestarse, además, al acerado y bordillos para favorecer su uso por personas con discapacidad , aunque esta gestión puede resultar casi baldía si no se acompaña de una mejora del alumbrado, muy deficiente en algunas calles.

Mención especial merecen los problemas que causan a la vía pública y la convivencia los jardines de la zona que nos ocupa. Ante la carencia de lugares específicos de recogida, muchos vecinos acostumbran a depositar los desechos de poda, siega y limpieza de jardines en los contenedores de residuos domésticos orgánicos, con la consiguiente saturación de tales recipientes. Se hace necesario, pues, destinar áreas para el depósito y recogida posterior de estos restos.

En otras ciudades han dispuesto para ello recintos cercados con madera u otros productos naturales que, además de ocultar lo depositado, no desentonan en el paisaje urbano, solución que nos parece acertada. No son pocos los jardines cuyos setos, total o parcialmente descuidados, invaden la vía pública y consiguientemente dificultan el paso de peatones. En fin, hay algunas fincas abandonadas cuya vegetación, ya seca, entraña alto riesgo de incendio, sin que nos conste que las autoridades hayan tomado las medidas correctoras y, en su caso, sancionadoras pertinentes.

No deben olvidar los munícipes cordobeses a los que nos dirijimos, que la zona de El Brillante, como la de los demás barrios, es terreno urbano, forman parte de la ciudad, no son fincas rústicas ni terreno agrario, y que, en consecuencia, la normativa en cuanto a los animales y otros agentes productores de ruido debe ser más estrica. Los perros, inteligentes, sabios, leales, amigos, pueden ser aún más queridos por todos si sus propietarios cuidan de que sus heces no queden para patinaje de quienes topen con ellas y sí cuidaran, dentro de sus fincas, parcelas o viviendas que estén atendidos de suerte que ni asusten ni intimiden al ciudadano que transita junto a ellos.

El revoco de todos los importantes desconchones enunciados en la zona de El Brillante tienen la vía adecuada para aquel: el cumplimiento inexorable de las ordenanzas municipales existentes, la redacción de las que hayan de dictarse ya, y no ad calendas gaecas. Cabe esperar que la nueva Ordenanza de Higiene Urbana modifique la mentalidad ciudadana en orden al cumplimiento de las mismas.

Pero, para cuando no sea así, y así es con frecuencia insólita hasta hoy, la autoridad elegida democráticamente tiene el deber de ejercerla en la exigencia de las sanciones establecidas o por establecer. Cuando se deja de ejercer la autoridad por miedo al viejo cliché del autoritarismo —a lo que estamos muy acostumbrados—, el munícipe que lo sienta debe coger sus bártulos, su mochila y hacer mutis por el foro.

El barrio de El Brillante y la urbanidad

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