«Entrad, que mi padre está muerto»La Policía Nacional siguió el protocolo
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Julio, el hijo mayor del hombre fallecido tras una pelea familiar en el barrio del Guadalquivir relata qué ocurrió
«Les dije a los policías varias veces que entraran, que lo que se iban a encontrar era a un hombre muerto; a mi padre». Después de pisar por primera vez la vivienda de sus padres tras el suceso del pasado sábado, Julio, un joven taxista de 32 años, casado y con una hija pequeña, solloza en los soportales de su casa, mientras repite una y otra vez a ABC, aún incrédulo, que lo que había pasado «era una película». Sin dormir, roto por el dolor y con las zapatillas que había dejado en casa de sus padres en la mano, Julio salía en la mañana de ayer del que había sido su hogar durante años y donde el sábado se quitó la vida su progenitor con un trasfondo de posible caso de violencia de género. «Me duele mucho que se diga que la culpa de todo ha sido de una pelea de mi padre con sus hijos; no tienen ni idea. Para empezar yo ni siquiera estaba aquí cuando ocurrió todo, yo estaba trabajando y me llamaron de la oficina porque mi madre pedía ayuda», explica.
«Mis hermanos, el pequeño, de 15 años, y el otro que tiene una enfermedad mental, jamás le dicen nada a mi padre; no discuten con él, son pequeños. Era un discusión de mi madre con mi padre porque llevan ocho meses separados, pero viviendo bajo el mismo techo», relata incapaz de comprender qué le pasó a su padre por la cabeza. «Se le fue la ‘olla’ por un momento, y cuando se dio cuenta de que todo el barrio se había enterado y del revuelo, no supo gestionarlo, y de la misma vergüenza se pegó un tiro», sentencia el vástago del suicida.
En la secuencia de los hechos de la tarde del sábado, Julio recuerda que llegó a casa en torno a las cinco de la tarde y ya su madre estaba fuera de ella. Sus hermanos, en el piso de la vecina. Y el padre, supuestamente atrincherado dentro, pero ya había sonado otro disparo. «Yo sabía que se había muerto, se lo dije a la Policía, que entrara, pero no me hizo caso. Esto parecía una película, los ‘polis’ cercando todo; los GEO con las metralletas en los tejados; los vecinos sin poder salir ni entrar de sus casas y un negociador que llegó desde Madrid para nada, porque mi padre llevaba cuatro horas muerto», explica sin que la escena termine de cuadrarle.
Y lo que es peor, comenta este joven taxista, «a mis hermanos durante ese tiempo no los sacaron de allí, sino que estaban en la casa de al lado, con la vecina, sin apoyo psicológico alguno; y el pequeño es un niño de solo 15 años que estaba viviendo una pesadilla», se queja.
Sin denuncias previas
La familia jamás había tenido un episodio de malos tratos antes. No había denuncias previas por parte de la madre, y se llevaban bien hasta que hace ocho meses decidieron separarse, pero sólo con papeles, físicamente seguían compartiendo domicilio «porque la economía no daba para dos casas y mi padre no se llevaba bien con su familia, no tenía donde ir y no lo íbamos a dejar en la calle», lamenta su hijo mayor. Además , aclara, «tenían que cuidar de mis hermanos, uno de quince años y otro enfermo mental. La discusión fue entre mi padre y mi madre, los hijos no teníamos nada que ver. Se lo dije desde primera hora, pero no me hicieron caso, mi padre llevaba ya horas sin contestar, sabía que se había pegado un tiro; primero un disparo, luego otro. No me hicieron caso».
«Acordonaron la zona, vino un mediador y los GEO con las metralletas en los tejados, esto era como una película, no me lo podía creer. Y luego, veo en la prensa que dicen que era una pelea con sus hijos. Yo heredé la profesión de taxista de mi padre, me llevaba muy bien con él. Era mi padre, no me puedo creer lo que ha pasado», repite y matiza el primogénito.
En cuanto a su madre, Julio comenta que «físicamente está bien, unas astillas en el tobillo y poco más, pero psicológicamente está hecha polvo. Se fue a casa de su hermana, pero no se puede creer lo que ha pasado». Este conductor de 32 años, aún incrédulo, tdebe sacar fuerzas ahora, una vez acabe la autopsia de su padre, para ver a qué tanatorio van a trasladar el féretro.
Fuentes de la Policía Nacional de Córdoba aseguraron a ABC que en el caso del barrio Guadalquivir se siguió escrupulosamente el el protocolo de seguridad establecido para casos de este tipo en el que un individuo se encuentra armado en el interior de su casa y ha efectuado disparos. Los agentes están obligados a preservar la integridad física de todos los vecinos, por lo que se impidió el acceso y la salida de las viviendas hasta comprobar que la persona armada no podría causar daños a terceros ni a si misma, según estas fuentes. Durante esas dos horas y media, además de ser necesaria la figura del mediador para evitar suicidios, que en este caso no fue posible, se requiere una orden judicial para entrar a la vivienda después de que hayan fracasado todos los intentos por contactar con la persona que permanece armada en su vivienda. De ahí que desde las 17.15 hasta prácticamente las 20.30 del sábado no se pudo constatar la muerte. La investigación policial continúa abierta con la toma de declaraciones y no se descarta ninguna hipótesis, según las fuentes policiales.