EL ESTILITA

CIUDADANOS

JAVIER TAFUR

Es el único partido vivo que en las actuales circunstancias puede estimularme la afición, tan devastada para la política

POR su nombre, por su estilo, por su ideología, por su trayectoria, por sus singularidades, por su líder, por su imagen, por su simpatía y casi porque sí, Ciudadanos es el único partido vivo que en las actuales circunstancias puede estimularme la afición, tan devastada por lo general en esta edad ingrata para la política. Ciudadanos es un partido reciente, que no nuevo. Lleva algunos años en la briega, suficientes para saber, al menos, si a efectos internos es poco o nada demócrata, magnitudes entre las que invariablemente se acomodan los partidos conocidos. Y si sus cargos electos -que los tiene, si bien con escasa influencia- están más o menos tocados por la inmoralidad. De ambos exámenes sale bien librado hasta la fecha. Y no olvidemos que lleva en el negocio desde 2006, tiempo suficiente para que hubiera apuntado maneras. ¿Por qué, entonces, crece con tanta lentitud? ¿Por qué no insta a los ciudadanos a respetarse a sí mismos y a repudiar por fin las manipulaciones colectivas de los partidos clásicos? ¿Por qué no despierta en la derecha esa renovada ilusión que Podemos ha sabido ofrecer a la izquierda hasta el punto de convertir a IU y a PSOE en imitadores, cuando no en meritorias franquicias? ...

Tal vez porque se ha demorado demasiado en Cataluña y no se ha dado cuenta de que había más necesidad de ellos en el resto de España que en esa comunidad insensata dispuesta siempre a perder la libertad a cambio de un carné de identidad. Entre otras razones porque también en el resto de España se nos pretendía embaucar a todos con parejas cuestiones. No obstante, hace unos días pudimos ponerle cara a Ciudadanos en Córdoba con paisanos que se supone que van a dar la cara por ellos. Ya no sólo constituirán un experimento en las europeas. También serán opción en las elecciones serias. Generales, autonómicas, incluso locales. Y, entre otros cordobeses, nos topamos con dos históricos de la vida pública ciudadana, que además son los que han destacado los medios de comunicación: José Luis Vilches y Enrique Bellido. Del primero prefiero no opinar y sólo espero que no venga a ocupar un sitio, como tantas otras veces. Del segundo me consta que lo hará bien, que lo hará con dignidad y sin mirar un instante por su personal interés. Lo ha dicho y lo creo. No vuelve a la política a buscar un puesto de concejal en el Ayuntamiento de Córdoba. Tendría todo el derecho a hacerlo. Pero sabe que su momento pasó y que este es el de otras personas más jóvenes, menos desilusionadas, a las que si conviene ayudar. Por eso va a poner a disposición de los ciudadanos su inteligencia, su verbo fácil, su fino análisis, su certero juicio, su sensata ironía, su enorme capacidad de diálogo, su buena fe en las personas, en todas, hasta en las que menos lo merecen, su hombría de bien, al cabo, su honestidad probada...

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