Pasión de letras y escritores

Pasión de letras y escritores MIGUEL ÁNGEL

POR LUIS MIRANDA

Maxim Huertas y Begoña Aranguren hablan sobre sus novelas y sobre el amor y los sentimientos en primer plano

Se habla de libros y a veces hay que poner etiquetas. Los escritores Maxim Huertas y Begoña Aranguren llegan con una al encuentro que se ha organizado en el Centro Cultural Cajasol, recientemente inaugurado en la avenida Ronda de los Tejares: la novela pasional. También podía haberse dicho amorosa o romántica, pero cogen el primero de los adjetivos para comenzar a hablar de un género y de un tema que, en primero o segundo plano, recorre toda la literatura, en todos sus géneros, desde la tragedia griega, y también antes, hasta el día de hoy.

Ambos comparten la pasión y también la voluntad de plasmar a personajes que sobre todo aman, o que lo muestran de forma más explícita y en primer plano que otros que también lo hacen.

¿Pasional? «Yo escribo con pasión, supongo que al final te sale una novela pasional, pero tenga el tema y el argumento que tengas. Si no escribes con pasión, mejor leer, aunque también hay que ponerle pasión», dice Maxim Huertas. Begoña Aranguren tercia que no es el tema el que da la forma de abordarlo. Por eso insiste en que también se considera «una gran apasionada», y la extendería a cualquier otro tema, con las ventajas e inconvenientes que acarrea comportarse de esa manera.

El primero es el autor de «La noche soñada», reciente premio Primavera de novela, que cuenta la historia de un joven que en la noche de San Juan quiere cambiar el destino de los suyos. Begoña Aranguren tiene una amplia bibliografía a sus espaldas, en la que títulos como «El fuego que no quema» y «La mujer en la sombra».

Los escritores trabajan con pasión y los personajes viven así. «Serían aburridísimos los que no vivieran con pasión», dice Huertas, que comparte profesión de periodista con su compañera en la mesa de ayer. Begoña Aranguren se inclina por personajes «que sufren, y aman y de repente no son amados». Todo se resume en que gusta, según la escritora, «la gente viva», porque, como tercia Huertas, «hay gente que no es más seria, sino que simplemente viven muertos».

Amor y desamor

Optar por el amor es tan sencillo como mirar al mundo, dicen. No en vano, Huertas repara en que cuando alguien se detiene a escuchar una canción «es de amor, o seguramente de desamor». ¿Más literario este último que el primero? «Yo no escribo con ningún estado de ánimo, no necesito estar enamorado o con desamor, pero inspira más, porque todo el mundo empatiza más con alguien que sufre», asegura Maxim Huertas, mientras Aranguren reconoce que es una forma de «empatizar con quien sufre» y eso lo hace más atractivo.

Su concepción de la literatura parte de la mirada y de la curiosidad. «Soy muy ‘voyeur’, me gusta mirar, y de eso sale al final lo que se elige, al final eliges tú», asegura, antes de que tercie Begoña Aranguren, que afirma que «hay muy poca gente que escuche, que atiende al de frente y sepa si tiene un buen día». «Si eres fijona te das cuenta de la situación del otro y te pones en su piel», afirma antes de decir que por ese vicio de hablar mucho y escuchar poco, «están llenas las consultas de los psicoanalistas, porque les escuchan».

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