PUNTO DE MIRA
¿Alóctonos?... Sí, gracias
La Junta considera el gamo, el muflón y el arruí como especies no autóctonas y con derecho a extinguir
LA Administración autonómica en materia de caza, la consejería de Medio Ambiente, considera a tres especies de caza incluidas en el Anexo I del Decreto 182/2005, de 26 de julio, por el que se aprueba el Reglamento de Ordenación de la Caza en Andalucía (el anexo que determina las especies que pueden ser objeto de caza), como especies alóctonas.
Estas especies son las que han sido introducidas en nuestra región y, por ello, no son autóctonas.
El criterio actual de los técnicos de medioambiente es que estas especies deben ser extinguidas de nuestros campos y, de hecho, en muchos planes técnicos de multitud de fincas aparece sobre todo el muflón y gamo como «especie a extinguir».
Sin embargo, entre las especies protegidas existen casos en los cuales, a pesar de haber sido introducidas o bien haber colonizado nuestros campos, la Consejería no se muestra tan exigente.
¿Alguien puede explicar por qué el meloncillo, la gineta, el rabilargo o la tórtola turca no sufren el afán aniquilador de nuestros prebostes autonómicos? ¿Por qué continúan en la lista de especies protegidas, a pesar de ser tan alóctonas como el muflón, gamo o arruí?
La tórtola turca, en muchas zonas de nuestra región ha desplazado a las poblaciones de tórtola común y, a pesar de ello, sistemáticamente, no es incluida en el listado de especies cinegéticas.
¿Por qué gamo, muflón o arruí son condenados casi a la desaparición en muchas fincas de nuestras sierras, a pesar en algunos casos de llevar viviendo en ellas centenares de años?
Sinceramente creemos que es hora de explicar que estas especies cinegéticas representan un auténtico valor añadido de nuestras fincas y, por ello, deben ser tratadas como tal. Que los planes técnicos de caza, bien regulados, se constituyen en una eficaz herramienta de gestión de nuestras poblaciones cinegéticas.
Estas especies, por su aclimatación a nuestra Comunidad Autónoma, deberían ser incluidas también (por lo menos en el caso del muflón y gamo), en especies objeto de repoblación y gestión cinegética, sin tener que privarnos de la emoción de su caza, y de los beneficios económicos de la misma.