SÁNCHEZ REPITE EQUIVOCACIÓN EN EUROPA
PEDRO Sánchez tenía ayer una oportunidad perfecta para haber demostrado que entendió la lección de su error en la votación sobre el nombramiento de Jean-Claude Juncker como presidente de la Comisión Europea. Pero obsesionado con que los populistas no le puedan señalar por estar de acuerdo con el PP, ha acabado alineándose directamente con los euroescépticos (en la abstención) e implícitamente con las filas de la extrema izquierda que ha rechazado a la nueva Comisión. Esto es, ha preferido reforzar su mala nota inicial y consolidado, ante toda Europa, la imagen de un líder poco fiable, sobre todo para los socialistas del continente, que mayoritariamente apoyaron el nuevo Ejecutivo de la Unión. Lejos de tener claro el interés general, Sánchez ha preferido anclarse en posibles réditos electorales a escala nacional y a corto plazo.
El secretario general del PSOE debería explicar a sus votantes cuál habría sido su propuesta para resolver los problemas que les afligen en caso de que hubieran triunfado sus tesis, es decir, que la Comisión no hubiera sido investida ayer y que las instituciones europeas hubieran seguido en este estado de provisionalidad y de parálisis.
A Sánchez le puede parecer fácil hacer política con criterios irresponsables, siempre y cuando los españoles no paguen el estropicio. Afortunadamente para todos, la Comisión fue investida pese al criterio del líder del PSOE, que pone a su partido un paso más cerca de la marginalidad y de ser devorado por los populistas a los que tanto teme. El líder de un partido que aspira a ejercer otra vez el poder debe ser capaz de demostrar que piensa en el interés general, sobre todo si quiere convencer a los ciudadanos de que merece esa responsabilidad. Pedro Sánchez confirmó ayer que tiene un don para el error.