PRETÉRITO IMPERFECTO

Singuila mingui

Cada vez que el obispo Aguirre pasa por Córdoba, aporta la luz justa para darnos cuenta de la oscuridad en que vivimos

FRANCISCO J. y POYATO

Parece sacado de aquellas historietas de misioneros que en los días del Domund leías en el colegio. Aquellos inocentes dibujos que acercaban a un niño de ocho años la tragedia dulcificada del Tercer Mundo. La ilustración ponía el acento en la esperanza de aquellos hombres y mujeres que lo habían dejado todo en el primero para auxiliar la vida funambulista de los desheredados. Me llamaba la atención sus rostros serenos, la cercanía y el rebaño humano que les seguía por un paisaje que siempre era frondoso, entre el verde y el negro. Era una corriente que te arrastraba.

Su hilo de voz es tan cadencioso y sutil como firme y seguro por lo que pregona. Un soniquete ideal para despojarnos de tanta arrogancia y falsa modestia en una cura integral de humildad. A la tercera frase uno ha empatizado ya con el obispo Juan José Aguirre. Y encuentra lo que tanto se le pide a la noble curia. Su ejemplo, en su obra, tras 34 años en el corazón de África, parece un milagro descomunal para un hombre más bien bajito, bonachón, dulce y con aspecto inconfundible de buena persona. Dicen de él que es la luz entre tanta oscuridad como habita en la región de Bangassou, su diócesis a siete mil kilómetros de Las Tendillas y del tamaño de Andalucía, y donde no hay carreteras, teléfono y luz eléctrica. Uno acierta a entender que también ilumina nuestro escenario sombrío cada vez que pasa por aquí. Así ocurrió el viernes al recibir el premio «Luz de Córdoba», que otorga la Asociación Presencia Cristiana. Nosotros sí que vivimos en la tenebrosidad, y espíritus como los de Aguirre deben recordárnoslo más a menudo, hartos como andamos de escuchar tantas gilipolleces domésticas (perdonen el exabrupto).

Sus primeros siete años en República Centroafricana los pasó en el alma de una selva aislada de todo. A siete días de un médico, de un teléfono o de la civilización. Allí llevó dos mochilas: una vacía y otro llena con lo indispensable para el día a día. Y allí llenó al minuto la vacía con todas las cosas que aquellos seres humanos levantan cada día para crear una filosofía de vida elemental, sustancial y ligera de equipaje.

En la glocalidad —entre lo global y lo local— en que nos manejamos cada día, resultaba revelador estos días cruzar en la pantalla del ordenador el miedo al ébola que anida en África y corroe Europa, con las «black card» de los ejecutivos de cuello de cisne, con las grandes potencias de la ONU; con la campaña orquestada contra la Iglesia por sus «apropiaciones» patrimoniales o con la multitud de la religiosidad popular que celebra la efemérides de la Virgen de la Paz... Y, a la vez, hallar unos minutos a este obispo aferrándose a la fe y la esperanza como el alimento que siempre nos va a quedar por mucho que nos saqueen las entrañas. Como a él le sucedió hace un año con un grupo yihadista que amenaza la vida ya de por sí inestable de uno de los países más pobres del planeta.

El obispo Aguirre y sus colaboradores (unos 60 religiosos y decenas de voluntarios) han logrado levantar este tiempo aulas, dispensarios, orfanatos, un hospital para enfermos de sida —una de las enfermedades más letales de Centroáfrica y que deja un largo rastro de huérfanos—, guarderías o leproserías. Córdoba se ha convertido, gracias a su fundación y la ingente solidaridad de muchos cordobeses, en un pulmón conectado al corazón de ébano que late sin esperar a un mañana posible a siete mil kilómetros dirección sur. «La muerte vale muy poco en Bangassou», comenta Juan José con una media sonrisa elocuente en su rostro. Con sigilo y discreción sale de la escena con esa mirada suya que vale por cuatro largas explicaciones. De vuelta a Bangassou. De vuelta a la luz. Singuila mingui, Juan José.

En recuerdo de Antonio Muñoz

Singuila mingui

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación