APUNTES AL MARGEN
El plan municipal de quererse tanto
Faltarán Los Panchos cantando «Si nos dejan». Atención al proyecto municipal de iluminación porque va a ser una polémica ciudadana ante su propuesta de un Casco a media luz
Al cronista le gustan los boleros como a todo sentimental y María Dolores Pradera recitando que no se estila, caballero. Y pasear por las calles como si no hubiera mañana. Pero, ay, esta ciudad está llena de prosaicos que no hay cantando nunca a voz en cuello lo de la historia de un amor como no hay otro igual ni reloj no marques las horas ni ese tipo de cosas. Ni a José Alfredo, el rey de las rancheras de corazón destripado, que ojalá que te vaya bonito, ojalá que se acaben tus penas, que te digan que yo ya no existo, que conozcas personas más buenas. Esa gente, en suma, que no entiende que los gozos y las penas acontecen —Corrientes tres-cuatro-ocho. Segundo piso, ascensor— a media luz.
Sirva este pequeño introito, absolutamente sentimental, para explicar que este artículo va de farolas. Porque el diablo escribe torcido en las cosas nimias y aguarda detrás de una esquina de la actualidad. Resulta que estamos pendientes de todo menos de lo que damos por obvio.
El pasado jueves noche, el alcalde de Córdoba, José Antonio Nieto, presentó la experiencia piloto del plan lumínico de la ciudad de Córdoba. Retengan este nombre, Córdoba LUZe, que es su denominación oficial. La filosofía es que se empiece a usar un alumbrado más eficiente, dotado de las posibilidades tecnológicas de hoy. Que permite pagar y consumir menos, disfrutar de un cielo limpio y esas cosas a las que se comprometen las autoridades y luego no cumplen casi nunca.
Lo único que tenemos hasta el momento son las proyecciones, las infografías, de zonas como el Bailío, San Agustín o la Piedra Escrita (las obras se van a centrar en la Axerquía Norte). Según el proyecto, se eliminará y cambiará mucha iluminación de fachada —esto es, las farolas— por puntos led de luz. La diferencia es que se pone el foco en la iluminación del monumento de referencia, del hito más cercano. Ahora mismo, tiene más luz, por ejemplo, la plaza de Santa Marina que la parroquia. El proyecto, que cuesta unos 700.000 euros y se ampliará a toda la ciudad por 11 millones, invierte esa situación.
La consecuencia, porque todo lo tiene, es que el nivel de luz del resto de la calle se reduce. Todo tiene una iluminación tenue, como si faltaran bombillas en la calle. La ciudad se va a quedar canela para pasear con la novia. De hecho, propongo al Ayuntamiento un hilo musical de canciones de amor arrebatado para acabar de darle ambientillo al asunto y que los muchachos y las muchachas, en las combinaciones que proceda, se dediquen a pelar la pava como corresponde a una ciudad a la luz de las velas.
El problema es que muchas personas identifican luz eléctrica en las zonas públicas con la seguridad ciudadana, con la tranquilidad psicológica de caminar a ciertas horas. Y si lo que sale en las infografías es así, determinados entornos monumentales van a estar un pelín sombríos. Y a la gente que vota no le suele gustar no ver por dónde van sus pasos.
La polémica, arrieritos somos y el caminito nos encontraremos, va a ser curiosa y preelectoral. Apocalípticos e integrados de la farola debatiendo sobre si en Santa Marina o en el Bailío se ve o no se ve. Solamente espero que alguien tenga en cuenta a las parejas que se buscan en las esquinas, a los que se quieren tanto, a los corazones rotos y a los que tararean boleros. Que por fin tienen su plan municipal. Pasarán más de mil años, muchos más.