toco y me voy
Lo que va a pasar
No hubo ayer ni siquiera una excusa a la que aferrarse para explicar la derrota ante el Málaga, que simplemente fue mejor y lo demostró
Hagamos un esfuerzo. Vamos a dejar de darle vueltas a lo que pasó. También a lo que está pasando. Centrémonos en lo que va a suceder a partir de ahora. A dónde va este Córdoba de Albert Ferrer, el hombre optimista que estaba en el banquillo cuando el equipo ascendió a Primera y que sigue estando cuando lo pasa mal para demostrar que tiene lo que hay que tener para permanecer en la élite. «Empezamos con Albert y vamos a terminar con él», explicó el presidente Carlos González ante los micrófonos en las vísperas de uno de los partidos más delicados de la «era Chapi» en el Córdoba. Pensar en que lo que dijo González es palabra sagrada es mucho pensar. Esto es fútbol, no lo olviden. Un paraíso para los desmemoriados y un escenario ideal para que se ejecuten, una y otra vez, las eternas fórmulas que siguen imperando por encima del cambio de los tiempos. A Ferrer lo van a seguir señalando en los días venideros. Y si el Córdoba no gana el sábado que viene a la Real Sociedad, otra vez en El Arcángel, sobrarán las explicaciones de unos y otros.
No hubo ayer ni siquiera una excusa a la que aferrarse para explicar la derrota ante el Málaga, que simplemente fue mejor y lo demostró. Ni un mal arbitraje, ni una catarata de ocasiones falladas, ni ninguno de esos lances del azar que permiten paliar la horrible sensación de ver cómo las expectativas quedan fundidas por la realidad. El Córdoba es de Primera pero no termina de demostrarlo. Ni a los demás ni a sí mismo, lo que es aún peor. La conciencia de inferioridad colectiva, ratificada numéricamente, favorece la dispersión de los egos y destroza a un equipo. Y el Córdoba, ante el Málaga, dejó por momentos la sensación de no tener nada que decir ante lo que le estaba sucediendo. La falta de réplica en su equipo resultó un duro trance para la afición, que volvió a comportarse con una sobrecogedora madurez. Nadie ha abandonado al Córdoba ni lo va a hacer. Y aún menos ahora, precisamente ahora, cuando el equipo está inmerso en el peor arranque de competición de toda su historia en Primera. Después de quince días de reuniones, reflexiones internas, sofocamiento de rebeliones y reconducción de opiniones, esto es lo que ha quedado. Pueden imaginarse lo que va a pasar.