Al Córdoba de Ferrer se le agota el crédito
Llega alguien a El Arenal tras ver un ratito cómo el Eibar planta cara al Barça en el Camp Nou hasta llevarlo al límite. Alcanza El Arcángel y ve a este Córdoba desplomarse, siendo bondadoso, frente al Málaga. ¡Frente al Málaga! Y cada vez tiene las cosas claras. Más claras. Muy claras. El panorama es nefasto. Un humillante y falso 1-2 que pudo acabar en goleada. Ni el gol de Ghilas limita los daños colaterales de una derrota preocupante. La diferencia que se vio en el césped hace preguntarse si este equipo está preparado para luchar siquiera con sus rivales directos.
Los vaivenes no dan resultado esta temporada. Los cambios radicales de Albert Ferrer no tienen efecto sobre el césped. El vestuario no reacciona a golpetazos como antaño. Anoche, el catalán agitó la alineación con Deivid (Pantic), Pinillos (Crespo, lesionado), Rossi (Ekeng, lesionado) y Fidel (López Silva). Nada cambió. Mejor dicho, empeoró. Fue un partido infame. Lo peor de este curso, que ya era difícil, y en mucho tiempo.
Al Córdoba de Ferrer se le ha agotado el crédito y las excusas. No puede ni con los grandes ni con sus teóricos rivales. Anoche rozó el ridículo ante un equipo que partió de inicio con jugadores con nombre como Camacho, Recio, Samu Castillejo, Juanmi y Samuel. Vamos, que tampoco era el Bayern de Guardiola.
Mucha velocidad en el ataque y balones a la espalda de los centrales, algo más viejo que el propio fútbol, le bastó al Málaga de Javi Gracia para hacer trizas el intento, por ser generoso, de entramado defensivo blanquiverde. Iñigo López y Deivid fueron noqueados por Amrabat, Juamni y Samuel. Una tripleta que ayer pareció la BBC del Madrid (Bale, Benzema y Cristiano) o el tridente del Barça (Messi, Neymar y Luis Suárez). Y sobra decir que no lo es. El Málaga llegó con ocho internacionales y salió con 14.
El Córdoba estuvo tan desaparecido en ataque como de costumbre, pero fue flagrante su debilidad defensiva. Sin Ekeng se diluyó su equilibrio atrás. El equipo estuvo impreciso, nervioso, fallón, no tuvo el balón, se quedó sin fe y casi sin ganas o más bien sin fuerzas. Qué diferencia de velocidad en las acciones de uno y otro.
Además, Juan Carlos tuvo su peor día como cordobesista. Pronto Juanmi le intimidó con dos mano a mano que perdonó por razones que van más allá de la lógica. Como el tercer aviso de Samuel. Ya no hubo más. Camacho sacó un centro que Samuel desvió ante la estatua amarilla de Juan Carlos. Mal panorama ese 0-1 a los 20 minutos que provocó más nervios aún en los locales. Juan Carlos cometió un absurdo penalti a la media hora y se libró milagrosamente de la expulsión. Amrabat hizo el 0-2 desde los once metros.
Quedaba una hora y la herida era profunda. Además, no se vislumbran soluciones entre los once elegidos. Lo peor es que tampoco una mirada al banquillo invitaba al optimismo. Ni por los suplentes ni por la actividad de Ferrer, que no movió una pieza ni siquiera de posición para amortiguar el golpetazo. Mientras, el Málaga seguía perdonando que el 0-2 no fuese más grave aún al descanso.
Cambios y todo sigue igual
Algo había que hacer. Y algo hizo Ferrer. Pinillos y Rossi, aunque no fueron los peores, pagaron los platos de la reconstrucción en la reanudación. Entraron Campabadal y Xisco. El 4-2-3-1 mutó a 4-4-2, con Campa en la izquierda, Borja de pivote con Luso y Xisco junto a Ghilas.
El panorama no cambió. El Málaga mantuvo el faro de luz ilimitada de Amrabat, que amargó la noche López y Deivid. El cordobesismo se desesperaba en la grada. Insoportable. El cúmulo de ocasiones malaguistas era innumerable. Era milagroso que no hubiera más distancia en el marcador. El Córdoba no lanzó a portería hasta el minuto 69. El público se lo tomó con ironía. Sonó una atronadora ovación con cierta sorna. En medio del despropósito hasta Xisco no supo empujar la única ocasión local en el 77. Los olés de la afición visitante subían de tono mientras la cordobesista dejó el estadio semivacío. Mejor ver a la Virgen de la Paz y Esperanza que seguir en El Arcángel. Amrabat siguió sonrojando a toda la defensa antes de que Ghilas marcase en la última jugada un inexplicable 1-2 que debió ser una goleada visitante. Ferrer está tocado.