POLÍTICA FAMILIAR, PRIORIDAD ABSOLUTA
La crisis ha convertido la economía familiar en un ejercicio de supervivencia. O hay un cambio en las políticas públicas sobre la familia, o el deterioro demográfico y social irá a más cada año
EUROPA se encamina a un «invierno demográfico», con España a la cabeza, según el informe que el Instituto de Política Familiar (IPF) va a remitir próximamente al Parlamento Europeo. El problema del envejecimiento de la población afecta a toda Europa. Según el informe del IPF, ningún país de la Unión Europea logra el reemplazo generacional, porque ninguno alcanza la media de 2,3 hijos por mujer. La de España es de 1,32 hijos. Este dato explica que –en solo veinte años, de 1993 a 2013– la media de edad de la población europea haya pasado de 36 años a 41,9 años. Además, la mujer española es la que más tarda en tener su primer hijo, a los 31,6 años. Y, mientras, cada año aumenta la población adulta, ya por delante de la joven, invirtiendo los datos de hace veinte años. Como triste colofón, el aborto voluntario se cobra anualmente un millón de vidas, alrededor del 20 por ciento de los embarazos. En esto también España ocupa un lúgubre protagonismo. Otro factor nada desdeñable en el cuadro de causas de este declive demográfico es el de las rupturas matrimoniales, que se acercan al millón anual a nivel europeo y con España liderando el índice de crecimiento de divorcios. Desde los poderes públicos se puede y se debe hacer mucho más por dotar a la familia de mejores condiciones que las actuales. Obviamente, el Estado no debe adoctrinar a los ciudadanos sobre sus decisiones personales en torno a la convivencia, el matrimonio o la paternidad. Sus obligaciones son de otra naturaleza, mucho más objetivas y, por tanto, exigibles. España dedica a políticas familiares el 1,4 por ciento de su PIB, cuando en Europa la media es el 2,2 por ciento. La presión fiscal, el desempleo, la reducción de salarios y la supresión de ayudas públicas han convertido la economía familiar en un ejercicio de supervivencia para cientos de miles de ciudadanos. O hay un cambio radical en las políticas públicas sobre la familia, o el deterioro demográfico y social irá a más cada año.
Pero no todo depende del Gobierno. La sociedad tiene que corregir también los tópicos sobre la capacidad de la mujer para compaginar trabajo y maternidad. Apple y Facebook financian a sus empleadas jóvenes la congelación de sus óvulos para evitar que interrumpan su mejor edad laboral. La presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica Oriol, apostaba hace unos días por contratar a mujeres menores de 25 años o mayores de 45 –sin riesgo de maternidad–, opinión por la que pidió disculpas, aunque ahí quedó, como aviso a las jóvenes que quieren trabajar. Y un edil madrileño ha recolocado a una funcionaria de reciente maternidad, por pérdida de productividad. Con semejantes prejuicios y obstáculos, la sociedad tiene mucho que hacer para evitar la catástrofe demográfica.