FRANCIA ES EL GRAN ENFERMO DE EUROPA
FRANCIA es hoy el gran lastre de la economía europea y el principal responsable de que la zona euro corra el riesgo de recaer en una tercera recesión desde el estallido de la crisis. La segunda potencia más importante de la Unión Europea, tras Alemania, sigue estancada y nada indica que su situación vaya a mejorar a corto y medio plazo. El PIB galo registra un crecimiento nulo en 2014 como consecuencia de su debilidad industrial, el mal comportamiento de la inversión y la caída de las exportaciones. Además, la tasa de paro sigue subiendo y los indicadores de confianza muestran una evolución negativa. Si al empeoramiento de sus perspectivas económicas se suma el incumplimiento de los objetivos de déficit fijados por Bruselas, no es de extrañar que las agencias de calificación amenacen con rebajar la calidad de la deuda pública francesa.
Lo más grave, por encima de la frágil coyuntura actual, es que los desequilibrios de Francia vienen de lejos y, por ello, el Gobierno socialista de François Hollande necesita implementar con urgencia un ambicioso programa de reformas estructurales y ajustes para impulsar de nuevo el crecimiento sobre bases sólidas. El problema de fondo reside en el insostenible tamaño de su Estado –hace cuarenta años que no registra superávit fiscal–, con un gasto público equivalente al 57 por ciento del PIB, y, sobre todo, en la constante pérdida de competitividad que sufre desde los años noventa, debido al mantenimiento de importantes rigideces laborales y productivas. El economista galo y reciente premio Nobel Jean Tirole advirtió ayer de que Francia «se estrellará» si no emprende ya las reformas necesarias. No le falta razón, y lo peor es que, de no hacerlo, la economía francesa podría acabar arrastrando al resto de la zona euro a una nueva recesión.