Crítica social y conciencia moral

ÁNGELA MORÓN RAMOS

Hace años, durante mis estudios en Alemania, elaboré una ponencia sobre Guzmán de Alfarache y el Siglo de Oro desde el punto de vista arriba señalado. Resultó una fácil empresa comparada con lo que podría significar hoy afrontar ese mismo tema referido a la sociedad actual. Sencillamente porque en nuestro glorioso siglo, junto a numerosos pícaros, reales o de ficción, había abundantes moralistas que denunciaban los abusos, ilegalidades y arbitrariedades. Y una Justicia que, pese a su imperfección, imponía respeto.

Había, en fin, una conciencia ética y un sentido del bien y del mal que en la actualidad parece haber desaparecido. ¿Cómo, si no, es explicable que prácticamente toda la sociedad considerada transversalmente –política, sindical, empresarial, profesional, privada...– aproveche la menor oportunidad para medrar (como se decía entonces), es decir, enriquecerse a costa de los demás, ya sea con sofisticados medios –como las tarjetitas opacas– o los más burdos métodos, sin conciencia de sus actos y sin el menor escrúpulo? A veces parece que solo son tontos los que no se lucran.

Se imponen una reflexión y una reeducación moral, volviendo a considerar algunos valores poco apreciados, quizá por venir de la mano de la tradición judeo-cristiana.

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