OPINIÓN

EN LAS ALTURAS

ANTONIO VARO

Han pasado 85 años de la bendición del Sagrado Corazón de las ermitas

POR estos días, pero en 1929, se celebró de forma simultánea en seis iglesias de Córdoba (Catedral, San Pedro, San Pablo, Santa Marina, la Compañía y San Hipólito), un septenario organizado por la diócesis. Era la preparación de la bendición de la imagen del Sagrado Corazón de Jesús que Lorenzo Collaut Valera había erigido, a instancias del obispo, Adolfo Pérez Muñoz, y por suscripción popular, en el eremitorio de Nuestra Señora de Belén.

Han pasado 85 años que se cumplirán exactamente el próximo viernes, solemnidad cordobesa de San Rafael. Algo más de un año antes –el 8 de mayo de 1928– el Papa, Pío XI, había dedicado la encíclica «Miserentissimus Redemptor» a la devoción al Sagrado Corazón. Los actos comenzaron el 12 de octubre, cuando en todas las parroquias se celebró una comunión general de niños y el día 15, festividad de Santa Teresa, la de niñas; el mismo día 15 hubo una procesión infantil que salió de la Compañía y recorrió varias calles del centro y la Ajerquía.

Tuvo lugar una magna procesión —eso sí debió de ser una «procesión extraordinaria»— que hizo confluir en las Tendillas cuatro cortejos y otros tantos pasos con las imágenes de Santo Tomás de Aquino, la Virgen de los Dolores, San Rafael y el Corazón de Jesús.

El día 24 «amaneció el día tristón», según cuentan las crónicas, que añaden que «los aparatos de lluvia no retrajeron a nadie y Córdoba se despobló». En las alturas del eremitorio, había tanta gente desde la madrugada que hubo que recurrir a la tecnología más avanzada de la época: de Madrid se trajeron unos equipos de megafonía —era la primera vez que se usaban en un acto religioso en Cór-doba— para que la voz del obispo, durante la misa, llegara hasta 700 metros de su emplazamiento.

Asistieron autoridades no sólo de Córdoba y de la diócesis (que por entonces incluía Castuera), aunque no pudo hacerlo el nuncio. Al terminar la misa, el alcalde Sanz Noguer pronunció la consagración de la ciudad: «Concede a todos los pueblos cordobeses un gozoso y tranquilo vivir y derrama sobre ellos la gracia de tus dones para que en su seno florezcan las virtudes y se afiancen sus legítimos progresos sociales».

A continuación habló el obispo, que comparó el monte sobre el que se alza el monumento por una parte con el monte Tabor, donde se manifestó la gloria de Cristo, y por otro —aludiendo a la iluminación de que había sido dotada la estatua— con el Horeb, «aquel monte de Arabia cerca del Sinaí donde ardía la zarza sin consumirse». Arriba quedaba, para la Córdoba de siempre, la grandiosa estatua del Corazón de Jesús. Hace de esto ya 85 años.

EN LAS ALTURAS

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación