Misioneros por el mundo

JUAN REDONDO MUÑOZ

Últimamente llegan a nuestros hospitales casos de ébola, difícilmente de ser curados, hasta tal punto que desgraciadamente se convierten en mortandad. Los síntomas que se aprecian de contagio son varios y, de momento, no existe solución científica que destruya esta maligna enfermedad.

Ante esta situación de dolor, debemos recordar y alabar en profundidad la profesionalidad y el servicio eclesiástico de tantos misioneros que están dejando sus vidas en campos de misiones, revestidos de humanas y consoladoras palabras y hechos samaritanos.

Permanecen al pie del enfermo horas y horas, sin descanso apenas, en esa actitud humanitaria que levanta corazones y espíritus, porque su actitud caritativa esparce su misericordia ante el sufrimiento ajeno, sin recibir nada a cambio, y expuestos al contagio como los dos sacerdotes que en paz descansen.

Algunos políticos de tres al cuarto, no han sido capaces de alabar generosamente el trabajo desempeñado por sacerdotes misioneros, voluntarios, médicos… que dejan su vida en el camino de sus propias vidas, haciendo del Evangelio su bandera y afán de samaritanos en bloque, haciendo un bien inmenso en tierras de misericordia y podredumbre.

Sean mis palabras, en esta mañana, de loas, respeto y consideración hacia todos aquellos que son capaces de sembrar de rosas el camino de los días con el brillo de mejores conciencias.

Misioneros por el mundo

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación