Javier Tolentino Crítico de cine y director de «El Séptimo Vicio»
«Hay intereses económicos para que el cine africano esté a la cola»
Javier Tolentino dirige el programa de Radio 3 «El Séptimo Vicio», dedicado al cine, y es el segundo año que acude al Festival de Cine Africano (FCA) de Córdoba, si bien es todo un veterano ya que vivió la primera edición de esta muestra hace doce años en Tarifa. Por desgracia, se muestra pesimista.
—¿Cuál ha sido la evolución del FCA?
—Ha ido a peor. Cuando nació eran tiempos de bonanza en España y había presupuesto para ir a los festivales de cine en África. Allí se veía lo mejorcito y se traía a Tarifa. A partir de la crisis, esto decae tanto que, de hecho, cambia de sede —que siempre es un trauma para cualquier festival — y se desplaza a Córdoba, donde lleva poco tiempo. Aquí he detectado un «quiero y no puedo». Por un lado, es un festival que le viene como un guante a una ciudad que tiene a gala lo de las tres culturas y la tolerancia. Pero un festival no es un milagro y me da la impresión, por lo que he detectado, que va a menos en el sentido de dotación y de recursos. Aunque la ilusión y la pasión siguen intactas.
—También el cine africano habrá cambiado desde entonces...
—Es injusto hablar en general del cine africano para señalar si va a menos o va a más. Es como hablar de cine europeo, cuando está el español el francés, el portugués… Hay zonas en África, como Mali, Senegal, Sudáfrica o Marruecos, donde inexplicablemente el cine tiene un desarrollo muy serio y ahí va a más, llegando a ser un baluarte inagotable más importante que en algunos países europeos. Y es verdad que hay otros países muy dañados por cuestiones políticas o por el ébola que no están para hacer cine.
—¿La mentalidad occidental está preparada para este tipo de cine?
—No. Pero no por razones de mentalidad o de educación, sino por razones económicas. El cine africano se mueve por la cultura, por su música, y es muy bueno. Pero no mueve tanto dinero como el americano o el europeo. Por eso no se defiende y está en la cola. Aquí no nos llega, porque hay un interés para que a la gran industria no le haga ni sombra. Sólo Norteamérica supone el 80% de las carteleras de todo el mundo y es muy difícil que tenga acceso el cine africano. Festivales como el de Córdoba puedem prolongarlo y fomentarlo, pero no interesa que esté en los circuitos de exhibición.
—¿Quizá también porque la temática que suele tocar resulta molesta?
—No más que el cine social europeo. Las películas de Carlos Saura o de Ken Loach molestan a muchos. No son los contenidos ni las temáticas del cine africano lo que molestan. Ni siquiera se conocen aquí y ni el Festival de Cannes les hace un hueco. Es injusto y supone una agresiva política cinematográfica industrial de Estados Unidos que no deja sitio para los cines emergentes. Se debería dejar al espectador decidir por sí mismo.
—¿Hay algo similar a este festival en el resto de España?
—España es un país muy sensible con todas las culturas pequeñas. Ahí sí que soy optimista, porque tenemos un país donde la música, la literatura, el arte o el cine mueve a la gente, y menos mal que existe un circuito de festivales de cine o las filmotecas, como la de Andalucía, que dan este cine para tener la oportunidad de conocerlo.
—¿Cómo ve el programa de este año?
—Es de resistencia y podría estar mejor. Este año es más un resumen de las grandes obras del cine africano que otra cosa. Pero esto requiere de una reflexión: Si se prefiere dejarlo para un reducto de apasionados, lo mejor sería no mantenerlo. Lo suyo sería que alguien del FCA acudiera en febrero al festival más importante de cine africano y se trajera lo mejor. Pero para eso hay que pagar derechos y tener dinero.