El ascenso de una peña
Los Porrones Blanquiverdes inaugura su sede en La Rambla
Volver a nacer y con mucha más fuerza. De 30 miembros, a más de 130. De los encuentros en un bar, a las reuniones casi diarias en la sede propia. Muchas veces resulta complicado valorar el impacto real del ascenso del Córdoba. Pero no es ése el caso de la peña Los Porrones Blanquiverdes de La Rambla, una organización que ha notado como pocas el retorno a Primera de su equipo. El domingo, día 12 de octubre, inauguró sus nuevas instalaciones y remató los festejos de un ascenso que le ha afectado de una forma muy directa.
Luis Delgado, cordobés afincado en La Rambla, acaba de asumir la presidencia de una peña que cuenta con dos años de recorrido. Habla con orgullo de los actos y los viajes que ha comenzado a organizar, aunque no puede reprimirse al dar algunas pinceladas blanquiverdes a la entrevista. Así, la charla salta de su amistad con Paco Jémez, que era de su quinta y creció, como él, en Carlos III; hasta su última conversación con el centrocampista Luso, que le confesó que la normativa interna del club le impediría asistir al acto que le invitaba. El presidente es efusivo. Le pierden unos colores que le han llevado incluso a formar con azulejos el escudo del Córdoba en su piscina.
Y, aunque no pudo estar Luso —que ya rindió homenaje a la peña el 23 de junio— tampoco faltó el sentimiento cordobesista en el particular bautismo —dos años después de su fundación— que recibió la peña el pasado domingo. Acudieron figuras como Pedro Campos, rambleño, veterano del club y socio del Córdoba; o Rafael Sedano, autor del libro Memorias en blanco y verde. Incluso estuvo presente Javier Bonache, que representó al Córdoba como director de comunicación. El acto «salió redondo», según valora Delgado, que añade que «el salón estaba lleno, con unas cien personas, entre socios y gente que quiso acercarse».
No son pocos los curiosos y, precisamente, muchos de ellos terminan por engrosar una lista de peñistas que suma ya a 130 miembros. Se acercan al calor de una Primera División que ya ha despertado una verdadera pasión en La Rambla. Además, tal y como recalca el presidente de Los Porrones Blanquiverdes, «la cuota mensual es de tres euros, un precio que prácticamente todos pueden permitirse». «La gente te para ahora por la calle y te pide que los apuntes», comenta Delgado.
Todo cambió con el gol de Uli Dávila. Entonces, la piscina más cordobesista de La Rambla acogió una fiesta espontánea. El día siguiente, con las calles de Córdoba a rebosar y algo más de protocolo, Luso celebró el ascenso con una bandera de la peña. Quizá la imagen presagiaba lo que a la postre sucedió: el ascenso del Córdoba provocó otro en la Campiña Sur. Si al club le quedaba por delante un verano para armar un proyecto que le permitiese competir con ciertas garantías en la en la élite y adecuar sus instalaciones a la Liga de las Estrellas; a Los Porrones Blanquiverdes les tocaba digerir la sobredosis de cordobesismo que se había desatado, meses de búsqueda de un local y los lógicos trabajos de acondicionamiento y de pintura. Eran las consecuencias de Primera. Igual que los viajes: El primero fue al Bernabéu; el próximo —faltan seis plazas de autobús-, al Vicente Calderón. La Rambla se acostumbra a «su» ascenso.