Terapias con mucho mimo

El Centro de Atención Temprana de la Facultad de Educación cumple 5 años y es ejemplo de gestión único en España para atender a bebés autistas, con retraso madurativo o parálisis
Los padres que atraviesan por primera vez la puerta del Centro de Atención Temprana (CAT) de la Facultad de Ciencias de la Educación lo hacen en pleno duelo. Se acaban de enterar de que su hijo, de escasos días o meses, puede presentar algún problema neuromotor, que quizá tenga dificultades con el lenguaje o que su inmadurez al nacer prematuro le puede acarrear secuelas severas. No son noticias fáciles de digerir. «Lo primero que piensan los padres es en que ha habido un error en el diagnóstico». Éstas son las experiencias que narra Araceli Sánchez, directora durante un lustro de este centro, donde trabaja de forma completamente altruista como parte de su labor didáctica y científica. Como ella, un equipo de profesores de Ciencias de la Educación decidió que para enseñar educación especial había que ir a la praxis, eso sí, sin cobrar por ello.
El equipo de profesores voluntarios simultanean su labor docente con la de investigación. «Los padres firman un documento con el que nosotros podemos trabajar a partir de sus historias clínicas bajo la más absoluta confidencialidad», recuerda Sánchez.
El centro que presta atención a 60 niños de entre 0 y 6 años es un lugar aséptico donde los pequeños, al entrar, no notan la frialdad que puede suponer un hospital. Aquí se tratan sus afecciones, en una gran parte de espectro autista como Asperger, pero también patologías como trastornos motores, retrasos madurativos, parálisis cerebral o sordera combinada con alguna otra limitación. En todo caso, la directora de la CAT habla de tratar «pluridificultades», que llegan ya prescritas incluso desde la Unidad de Neonatos del Reina Sofía.
Los primeros síntomas, aunque hay de todo, se detectan, si no antes, en las revisiones pediátricas de Atención Primaria, donde el médico nota que algo no encaja dentro de lo normal para esas edades. Los signos de un espectro autista, por ejemplo, pasan por la indiferencia del niño cuando se le habla o que, incluso, no mira a los ojos de su madre. El que vayan al parque y no se relacionen con otros pequeños, o no señalen algo con el dedo puede ser otro indicador de que no marcha todo correctamente.
Estos cuadros clínicos son derivados a este centro que, junto con las unidades especializadas del Reina Sofía, concluyen en un diagnóstico para esos niños, que en algunos casos puede ser una enfermedad rara. Las preguntas de los padres a los profesionales del centro son si su hijo será normal o qué calidad de vida va a tener. Con mucho mimo y sabiduría, prestando igualmente atención psicológica a esos progenitores, les ayudan a convivir con ese síndrome o enfermedad y a asumirlo como algo más. Sobre todo, en el CAT se encargan de que no se estigmatice a estos niños con los que se avanza muchísimo en las sesiones de fisioterapia o psicopedagogía a través de juegos, ejercicios o masajes para mejorar su psicomotricidad.
Un modelo único
El modelo de gestión de este Centro de Atención Temprana, que cumple una década, es peculiar. Hasta ahora habían participado la Junta, el Ayuntamiento y la UCO, pero han decidido continuar con las dos instituciones del Gobierno andaluz para seguir adelante con la firma esta semana del convenio de colaboración. «Son muchas las instituciones que se han interesado por el centro, pero cuando les decimos que los profesores trabajamos altruistamente es cuando entienden que la actividad que desarrollamos pueda seguir adelante», explica la directora.
El complejo, además, cuenta con una plantilla de 16 profesionales especializados como psicopedagogos, logopedas o fisioterapeutas.