CARTASAL DIRECTORNo más desahucios existenciales

MANUEL ARMENTEROS MARTOS

En España, «nuestro país», se producen diarimente ¡trescientos desahucios a la vida humana!

Mi reflexión y denuncia se dirige especialmente a nuestros ideólogos parlamentarios y plataformas manifestativas de izquierdas. Como también hoy, lamentablemente, apoya cierta ala parlamentaria de derechas. Todos ellos defensores y partidarios de la ley del aborto, considerada como derecho, siendo España la única nación europea que así lo contempla.

¡No más desahucios existenciales! ¡No permitamos más desahuciados a la vida humana! Esto nos debe llevar a reflexión a todos. Y digo bien, a todos, incluida nuestra Iglesia, ya que no basta con orientar sino que es necesaria testimoniar el valor sagrado que posee toda vida, considerada en todas sus fases. Testimonio que obliga tanto a «pastores como ovejas», en todo tiempo y lugar. En el púlpito y en la calle, en el Parlamento o en los foros sociales. Y como bien dice San Pablo «a tiempo y a destiempo».

Si nos movilizamos, si reclamamos justicia en España y en Europa por tantos desahucios causados a muchas familias a las que se les priva de su vivienda... cuánto más debemos asumir la defensa y el rechazo a estos numerosos y horrorosos desahucios a la vida incipiente. ¿Acaso la vida humana no vale más que la vivienda? ¿No es el cuerpo de una persona una vivienda sagrada? Sé que este lenguaje no es comprensible y, si lo es, no es aceptado ni compartido, pero es verdadero. Bien que defiende la izquierda en otros frentes la vida, incluso dentro del reino animal, de manera especial las especies en extinción. ¿No es acaso la persona también un animal racional, y a este paso, gracias al aborto, en visible extinción generacional en todo Occidente? Y que ya alcanza la consideración de un claro genocidio consentido y legalizado.

Quiero resaltar otras incoherencias ideológicas autoproclamadas progresistas. El dictador o dictadora es despreciado ideológicamente en su proceder (sobre todo si éstos son de derechas). ¿Acaso no queda convertida la madre en una «dictadora» a través de ese acto, al decidir sobre la vida o la muerte de la criatura que lleva en su seno, pero que es distinta a ella?

¿No es también una clara y manifiesta «violencia materna» la consumación del aborto? ¿No ha lugar aquí la tolerancia cero, como en el resto de violencia, como la de «género»?

Dios nos perdone a todos por acción (defendiéndolo) y por omisión (silenciándolo).

CARTASAL DIRECTORNo más desahucios existenciales

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