Un museo vivo en Barbate

Los últimos carpinteros de ribera

Los barcos para levantar el atún rojo salvaje de almadraba, que tienen que ser de madera, preservan un oficio llamado irremediablemente a desaparecer

Un carpintero calafatea con la ayuda de una cuña y con hilo de estopa el encuentro de las maderas del casco del barco para impermeabilizarlo REPORTAJE GRÁFICO: R. MAESTRE

Romualdo Maestre

Si escribo que los atunes rojos salvajes de almadraba se pescan en los pinos de Conil no falto a la verdad. Para levantar un bicho de 250 kilos del copo —el último reducto sin salida de la almadraba—, hay que buscar la parada de marea, ese tiempo calmo donde ni sube ni baja. Y los barcos estar preparados para los embates de las olas. Un monocasco de fibra de vidrio se mueve demasiado, no aguantaría un cambio brusco de tiempo. Los atuneros tienen que tener cuerpo y estructura de madera, la única capaz de repartir la fuerza del mar y permanecer estable. En Barbate se encuentra uno de los últimos reductos de la artesanía marítima , un astillero donde reparan, construyen y desguazan sólo barcos de madera. Allí trabajan los dos últimos carpinteros de ribera que estudiaron para eso. Ahora, con los prefabricados de madera, donde ya sólo preparan montadores, las carpinterías como tales están llamadas a desaparecer. Y no digamos las de ribera.

Varadero donde se escoran los barcos para ser reparados en seco R. M.

A Ramón del Pozo, ya 18 años trabajando aquí, le gusta que le llamen calafate . El nombre proviene del verbo que define sellar con estopa y un mejunje que ellos mismos preparan, las juntas de los tablones del casco de las embarcaciones para impermeabilizarlo. «Nosotros calafateamos con hilo de estopa y una masilla de cemento y pintura acrílica que fabricamos, la de pez no nos vale porque estamos en la desembocadura de un río y las lisas se la comen . Esa sólo se usa en las carpinterías de agua salada», explica Del Pozo mientras martillea ayudado con una cuña el encuentro entre las tablas. Joven y curtido, este artesano de la madera explica que cada pino de Conil que entra aquí para sacar las piezas de madera que necesita, viene sellado y visado por Medio Ambiente. Aunque lecciones de ecologismo a él, pocas. Señala un cilindro de metal ancho en ángulo de 45 grados y reta a averiguar qué es. Se trata de la antigua chimenea de un barco que ahora sirve para ablandar la madera mediante vapor de agua .

Los carpinteros siguen una regla tan básica como antigua: el palo de madera recto necesita una hora en la caja de vapor por cada pulgada de su espesor, aunque según sea la especie de árbol esta medida puede variar. Usando este método incluso las tablas más gruesas pueden doblarse y retorcerse formando curvas compuestas exquisitas . Las piezas más delgadas se vuelven tan flexibles que se pueden atar en nudos sin que se agrieten o se partan. Todos tenemos en mente las mecedoras de nuestras abuelas o las perchas para colgar los sombreros. Cada pieza de los barcos lleva una curvatura distinta y hay que buscarle la forma, tarea nada fácil y de hábil maestría. Ramón, no obstante aprovecha siempre que puede las formas naturales del tronco del pino y la rama principal por si tiene que sacar un fragmento en forma de uve.

Con la sierra eléctrica se laminan los troncos de los pinos para sacar piezas R.M.

Cuando Ramón del Pozo entró a trabajar en este museo de ebanistería —muchas de las maquinarias que utiliza están ya a punto de cumplir los cien años—, eran ocho. Ahora está sólo él y otro compañero como carpinteros titulares. Aquí se trabaja para la OPP51. Las siglas responden a la Organización de Productores Pesqueros , común a todos los empresarios del mar. Es el número, el 51, el que les define con el noble epíteto de almadraberos, técnica de pesca milenaria y avalada biológicamente como ecológica y sostenible. Del Pozo sólo tiene palabras de agradecimiento para los pescadores de atún rojo salvaje, «el día que desaparezcan las almadrabas los calafates vamos detrás» . Las almadrabas son una concesión administrativa desde tiempos inmemoriales de la Reconquista. Ahora hay cuatro en activo y una en espera a que le den una licencia (la de Sancti Petri en Chiclana). La que se monta en Zahara de los Atunes se llama Cabo Plata; la de Conil, Punta Atalaya; en Tarifa, Almadraba España y la de Barbate, Pesquerías de Almadraba . Esta última se salió de la OPP51.

El puerto viejo

La directora gerente de la OPP51, Marta Crespo , se siente orgullosa de estos talleres en el puerto viejo de Barbate, La Chanca, donde ahora hay un proyecto de recuperación. Allí destaca ante todo el edificio, rehabilitado en 2011 e inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía, de la antigua lonja de pescado, obra del arquitecto Casto Fernández-Shaw en 1943 . Su diseño reproduce el perfil de un barco con distintos elementos formales que recrean el mundo náutico.

Cambio de las cuadernas viejas, ya podridas por el paso del tiempo, por las nuevas R. M.

A medida que avanzamos por el varadero taller se pueden apreciar cómo los sargentos, esas abrazaderas de hierro para sujetar las maderas, se amontonan oxidados por la brisa marina. Ahora se suben los barcos a seco con un motor pero hasta hace poco se escoraban con medios manuales. Al final del recorrido hay una embarcación nueva construida aquí y pendiente de ser visada por el Ministerio de Industria. Al otro lado del río aparecen semi hundidas en el lodazal las cuadernas de otras ya abandonadas y pudriéndose. Estamos en el último refugio vivo de la antigua todopoderosa industria pesquera barbateña.

Un barco escorado que se desguazará próximamente R. M.

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