Misterios de Cádiz: la explosión de 1947

Cargas en descomposición por el calor, sabotaje, un atentado... la causa de la tragedia aún no ha sido esclarecida

La zona, devastada por la explosión ABC

José Manuel García Bautista

Sucedió un 18 de agosto de 1947 . Ese día se escribió una de las páginas más trágicas de la historia reciente de España y de la ciudad de Cádiz . Como mudo testigo de aquel episodio nos queda, en el centro de la plaza de San Severiano un pequeño monumento de piedra blanca sobre la que aparece en negro una vista aérea de la capital gaditana.

Como cualquier otro verano, la ciudad gaditana sufría el calor de las noches andaluzas , las calles y patios se poblaban de sillas donde los vecinos, en medio de tertulias improvisadas, plantaban cara a las altas temperaturas.

Aún quedaban en el recuerdo los sones, las risas y los bailes de la Velada de los Ángeles . Además se esperaba con ansiedad la actuación del cubano Antonio Machín, que iba a cantar aquella misma noche en la capital gaditana. En los cines seguía triunfando 'La Lola se va a los puertos' , de Juan de Orduña protagonizada por Juanita Reina. No era raro escuchar por las calles el canturreo «Cantando la Lola se va por los mares...pero no murmuren porque vaya sola...».

Un terrible suceso

Nadie sospechaba lo que iba a suceder. Cuando estaban dando las diez de la noche, un resplandor inquietante se señaló en el cielo, todo se tiñó de rojo y un enorme estruendo resonó. Tras ello todo tembló. Nervios, inquietud, miedo… Muchos recordaron el gran terremoto del siglo XVIII, pero esta vez parecía peor.

En aquel almacén habían estallado muchas toneladas de TNT, la explosión fue de tal magnitud que se escuchó en las ciudades de Sevilla o Huelva . Incluso Lisboa lo registró. En la fortaleza del Monte Hacho de Ceuta se veía la columna de humo y fuego procedente de la costa gaditana. Parecía una versión cercana de Hiroshima y Nagasaki y la devastación atómica.

De repente no había luz, ni agua. No había teléfono. Cádiz estaba incomunicada y parecía haber quedado borrada del mapa. Barrios como los de San Severiano, la Barriada España y Bahía Blanca estaban arrasados. Los astilleros de Echevarrieta y Larrinaga y la tragedia: el Hogar del Niño Jesús donde las Hermanas de la Caridad cuidaban a decenas de niños huérfanos estaba devastado.

La vieja muralla que tantas veces protegió a los gaditanos los salvó una vez más al amortiguar la onda expansiva , pero ya la destrucción era elevada. Las puertas de la catedral sufrieron graves desperfectos quedando como si el sólido material del que estaban construidas se hubiera derretido.

Almacén de TNT

Y es que, en 1947, donde se encuentra actualmente el Instituto Hidrográfico de la Marina , existía desde cuatro años antes la Base de Defensas Submarinas . En el corazón de ese edificio, se encontraban dos almacenes llenos de minas submarinas y cabezas de torpedo . El almacén número 1 tenía 1.100 cargas de TNT, el almacén número 2, 98.000 toneladas de TNT. Casi cien mil toneladas de explosivos almacenados en un edificio rodeado de viviendas, una parroquia a medio construir, colegios y hasta una casa cuna. Conociendo estos datos, el estallido se entiende mejor.

«A la playa, todo el mundo a la playa» gritaban muchos vecinos mientras las familias cogían a los más pequeños y otros alertaban: «Va a haber una segunda explosión, vamos a la playa porque va a haber otra explosión».

Y no era un rumor, contiguo al almacén 1 estaba el almacén 2 cargado de TNT, su explosión hubiera sido el final. El almirante Pascual Pery Junquera fue el héroe de aquella noche trágica cuando, junto a un grupo de hombres, se jugaron la vida para evitar que el calor y las llamas provocasen la deflagración del segundo almacén.

Al no haber agua tuvieron que apagar el incendio con los escombros y la tierra de la zona. Un grupo anónimo de gaditanos empleó la fuerza que sólo el miedo y el coraje de los héroes es capaz de generar para, a empujones, retirar de las zonas afectadas por las llamas un tren de mercancías que contenía más cargas explosivas. Mientras, en el puerto, un barco repleto de pólvora , levaba anclas y se alejaba de la costa en previsión de nuevas explosiones. Todo pudo haber sido mucho peor de lo que fue, inimaginable.

Aquel almacén, junto a otros, guardaba todo tipo de bombas, minas, morteros de la Guerra Civil y de otros lugares, miles de explosivos no siempre en condiciones de ser almacenados con total seguridad. Debían ser llevados a las cuevas artificiales de la sierra de San Cristóbal , cerca de Jerez de la Frontera , en la zona del Rancho de la Bola, pero provisionalmente se quedó allí.

El experto en el tema de la explosión de Cádiz, José Antonio Florido Aparicio , cree que fue por una decisión del gobierno de Franco y su temor a que los Aliados iniciaran la conquista de Europa por costas españolas.

Querían blindar las costas españolas y para ello adquirieron unas 16.000 minas mayoritariamente compradas a Rusia en un estado de conservación preocupante, detectándose incluso pérdida de material. Cuando las tropas aliadas desembarcan en Sicilia, el material explosivo adquirido por el gobierno español ya no tiene razón de ser, sin embargo permanecería almacenado en el aquel lugar.

La consecuencia... y la causa

La explosión se saldó con 151 personas fallecidas , muchos de ellos niños de la casa cuna y más de 5.000 heridos. Como daños colaterales, cientos de familias sin hogar, vidas destrozadas y muchas preguntas por responder.

Para algunos, el estallido fue fruto de experimentos nazis en los astilleros de Echevarrieta. Para otros, el resultado de un sabotaje. Se dice que una pequeña embarcación a motor se alejaba de la costa gaditana en la oscuridad. Es la teoría del atentado, que se reforzaba con la explosión en Alcalá de Henares de otro polvorín en circunstancias similares, el 9 de septiembre de 1947. Pero nadie se atribuyó el presunto atentado, nadie, ni anarquistas ni comunistas reivindicaron una conspiración que, quizás, sólo existe en la cabeza de unos pocos.

Pero quién más luz ha arrojado sobre este trágico incidente es José Antonio Aparicio Florido y respaldada por Miguel López Moreno . Piensa que la explosión fue provocada por el mal estado de las cargas y a la existencia entre ellas de misiles WBD . Esto es debido a que llevaban una sustancia que se le conoce como algodón pólvora . Cuando la temperatura es elevada (por encima de 18 grados) se comienza a descomponer, a emanar gas inflamable. El gran calor reinante en aquel almacén, no preparado para albergar aquellas cargas, hizo el resto. El gas se inflamó y la llama provocó la explosión en cadena que originó la tragedia.

Se abrió una investigación oficial (justicia civil y posteriormente justicia militar) pero un incendio redujo a cenizas buena parte de los archivos de la Marina en San Fernando y el contenido real del almacén, junto con mucha documentación, se perdió sin ayudar a esclarecer las circunstancias de la tragedia. Este segundo accidente alimenta aún más la teoría del atentado.

Cádiz, vestida de luto, comenzó a enterrar los fallecidos, a los inocentes que cayeron en aquel trágico día que permanecerá, por siempre, en el recuerdo: una noche de terror en la que el cielo se iluminó y el silencio se adueñó de la Tacita de Plata .

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