ENTREVISTA
«Siempre quisimos estar en Cádiz, de cuya historia formamos parte»
El Asistente General de la Orden agustiniana afirma que «si la Iglesia necesita de nosotros aquí, deseamos continuar sirviendo a los gaditanos»
Luis Marín de San Martín es uno de los cinco Asistentes Generales de la Orden de San Agustín que ayudan al Prior General en el gobierno de la Orden. Entre sus funciones está aconsejar al Prior General y tomar parte del gobierno de la Orden. Actualmente reside en Roma aunque este domingo, el padre Luis Marín de San Martín ha visitado Cádiz para estar presente en la clausura del IV centenario de la llegada de la orden a la ciudad.
-Los agustinos han cumplido 400 años en Cádiz, ¿cómo valora la efeméride?
-Es una satisfacción poder celebrar juntos nada menos que los 400 años de la presencia agustiniana en Cádiz. Después de diversas tentativas precedentes, que no llegaron a buen puerto, fue en 1617 cuando los agustinos nos establecimos de forma estable en esta ciudad, en la entonces plazuela de Pedro Vidal (actual de San Agustín), donde se construyó la iglesia que hoy admiramos. Son años fecundos, aunque no exentos de retos y dificultades, que ofrecen sin duda un balance muy positivo. Esta historia transcurrida yo la resumiría con tres palabras. La primera es agradecimiento, la segunda implicación, la tercera testimonio. Agradecimiento a tantos agustinos por su trabajo y su generoso servicio, y también a esta ciudad de Cádiz por su evidente cariño y acogida; implicación, porque los agustinos, desde el primer momento, nos involucramos con las necesidades y esperanzas de los gaditanos, sabiendo vivir y sentir con la gente; testimonio, porque lo que muestran estos cuatrocientos años es, sin duda, una historia de disponibilidad, compromiso, responsabilidad y creatividad. Buena ocasión para celebrarlo.
-¿Cuál cree que es la clave para haber conseguido esta presencia durante todos estos años en nuestra ciudad?
-Los agustinos estamos presentes en Cádiz desde 1617, si bien con un período de ausencia. Fuimos expulsados en 1835, debido a la desamortización, de triste recuerdo, pero volvimos en 1915. Siempre quisimos estar en Cádiz. Y, curiosamente, se insistió muchísimo ante las autoridades civiles y eclesiásticas de la época, al más alto nivel, para poder regresar a esta magnífica ciudad, de cuya historia formamos parte. Las razones de una presencia tan fecunda las encontramos probablemente en el estilo agustiniano. Somos una Orden muy abierta al apostolado, que realizamos desde la cercanía y, yo diría, desde el realismo. Al mismo tiempo mostramos no solo una gran disponibilidad para asumir las tareas que sean necesarias para el bien común, sino que siempre hemos tenido una gran capacidad de renovación. Y procuramos ser fraternos y cercanos. Esas son las claves.
-¿Qué misión tiene la orden actualmente?
-Nuestra Orden no se caracteriza por un único apostolado, sino que estamos disponibles a las necesidades de la Iglesia. Actualmente los agustinos somos alrededor de 2.600 y estamos en los cinco continentes. Nuestro trabajo es muy variado. Tenemos parroquias, colegios, universidades, centros sociales. También es importantísima nuestra labor misionera y la implicación en el apostolado intelectual. Estamos abiertos para responder con decisión a lo que la Iglesia pueda necesitar de nosotros en cada tiempo, procurando estar siempre en la vanguardia. Es el ejemplo de San Agustín.
-¿Cree que el mensaje de San Agustín está vigente en la actualidad?
-Ciertamente. Se ha dicho que San Agustín es un hombre para toda las épocas. Cuando nos acercamos a él, descubrimos no solo a un gran intelectual, sino ante todo a un ser humano que siente, lucha, busca. Es un hombre que se pregunta, que cae y se levanta, que se emociona. En su historia encontramos reflejada nuestra propia historia, nuestra propia realidad. Y quiero indicar otro aspecto esencial. San Agustín es un hombre de Dios. En estos tiempos de increencia, él nos dice que la respuesta a todos nuestros interrogantes más profundos está en Cristo. No se puede ser feliz sino en Cristo. Esta es su gran verdad. Todo un reto.
-¿Por qué eligió ser agustino?
-Yo soy antiguo alumno de los agustinos. Estudié en el Colegio San Agustín de Madrid. Decidí entrar en los agustinos en primer lugar porque sentí que mi vida se realizaba en la vida religiosa y no en otro ámbito, aun admirando mucho la vida familiar. Yo quería ser sacerdote, con todo lo que significa de opción, de donación y de coherencia. Pero también veía claro que no deseaba vivir en soledad. Yo siempre quise vivir en comunidad, con amigos. Así pues, quise ser agustino, en la línea de San Agustín. Él dice muy claramente que quienes quieran acompañarle deber empeñarse en tener una sola alma y un solo corazón en camino hacia Dios. Esa es la clave de mi vida desde hace ya muchos años. Y estoy muy contento.
-¿Seguirán los agustinos en Cádiz al menos otros 400 años más?
-Cuando al Papa León XIII le deseaban cien años de vida, él respondía: «¿Por qué poner límites a la Divina Providencia?» Eso digo yo ahora. No pongamos límites. Lo importante es que los agustinos estamos ahora en Cádiz y que deseamos continuar sirviendo a los hombres y mujeres de esta ciudad, si la Iglesia necesita de nosotros aquí. Somos servidores, somos instrumentos. Es muy hermoso saber que han sido muchos los agustinos que han estado en Cádiz testimoniando el Evangelio a lo largo de la historia. Y es motivo de inmensa alegría recordar hoy su huella.
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