Primer viernes de marzo

Ni la lluvia ni el Covid frenan la devoción por el Medinaceli de Cádiz

Hermanos y fieles acuden a rezarle en Santa Cruz en este primer viernes de marzo

Una devota se arrodilla ante las imágenes del Medinaceli y María Santísima de la Trinidad

A. M.

A las ocho de la mañana se abrían las puertas de la iglesia de Santa Cruz de Cádiz para que los fieles y devotos cumplieran con la tradición de este primer viernes de marzo . Este año no había besapié por las circunstancias sanitarias de la pandemia. Este viernes había veneración a Jesús Cautivo y Rescatado (Medinaceli) y en el interior del templo todo estaba dispuesto de forma excepcional.

La hermandad del Jueves Santo había preparado todo lo necesario para que aquellos que acudían a rezarle pudieran hacerlo respetando las medidas de seguridad establecidas para evitar la propagación del coronavirus . El gel hidroalcohólico, la señalización en el suelo recordando mantener la distancia interpersonal y los rostros de los fieles con sus mascarillas evidenciaban que este día era muy diferente al que se vivió en 2020. De aquella Cuaresma pasada, ese fue uno de los últimos días que se desarrolló con la normalidad de siempre.

Con la cofradía del Medinaceli estaban también las otras corporaciones que comparten sede canónica. Hermanos y miembros de las juntas de gobierno de Santo Entierro, Perdón y Sanidad acompañaban a su cofradía hermana, muestra de la unión que existe entre todas ellas.

Este viernes el tiempo no animaba demasiado a salir a la calle. La lluvia caía incesante a primera hora. Avanzada la mañana daba una tregua y se percibía entonces una mayor afluencia de personas. La tradición del Medinaceli pasa de padres a hijos, de abuelos a nietos. «A mí me traía mi madre desde que era muy pequeño y ahí empezó mi devoción. Ya después era yo el que la acompañaba a ella», comenta Benito Fernández , hermano mayor de la corporación. Para a visitar al Medinaceli de Cádiz llegan devotos no solo de la capital sino también de otras localidades de la provincia. Cierto es que no había colas como sucedía hace años. Esta jornada matinal en Santa Cruz transcurría sin aglomeraciones, con orden, rigurosidad y respeto.

Para esta ocasión la hermandad, que celebra este sábado la función principal, ha realizado un montaje impresionante que no ha pasado desapercibido para nadie. El altar de cultos se ubica en la puerta del fondo del templo, la que llaman de los novios. El mayordomo de la corporación, Daniel Ruso , explica que «hemos pretendido buscar la grandeza y acercar más el Señor a la gente en estos momentos difíciles y que se viese arropado por los cirios, las velas. Se ha buscado representar esas vidas que se han perdido en la pandemia que también están al lado del Señor. El triduo se dedica a las dos imágenes titulares y a la Virgen la hemos ubicado arriba, como dicen las Escrituras, siempre estuvo en un segundo plano, siempre a los pies del Señor y a Él en el centro».

Por delante de ambas imágenes pasaban los fieles. Muchos de ellos van habitualmente cada viernes a Santa Cruz al encuentro con el Medinaceli y por eso se dirigían directamente a la capilla que ocupa la hermandad en la Catedral Vieja. Es el caso de Manolo Torre, que a sus 79 años no ha faltado ni un solo viernes . «Yo me bauticé en la pila del Beato y desde entonces siempre me traían mis padres y ahora vengo yo de mayor. No falto ningún viernes. Lo que me hace venir aquí es el Medinaceli, la devoción. No tengo promesa ni nada con él, solamente hermandad ». Aunque es hermano de la corporación, Manolo tiene la costumbre de no acompañar el Jueves Santo al Medinaceli en su salida procesional sino que lo espera siempre a la salida y a la recogida. Para este gaditano nacido en la calle Sopranis esta jornada es más especial aún por la situación que vivimos. «Este año vengo con más ganas porque estamos pasando una cosa muy mala. Esta epidemia es fatal. El año pasado se me fueron setenta amigos y un hermano. Por eso pido por todos, por mí y por todos, que nos dé salud y fuerza».

Al igual que Manolo, numerosos fieles acudían a la veneración con el Señor del Medinaceli, una de las imágenes que más devoción tiene en Cádiz. Jóvenes y mayores, de rodillas, de pie, todos se paraban ante Él con fervor . Las miradas, las lágrimas, lo decían todo. Recibían su estampa, rezaban, daban gracias y pedían, especialmente salud, que tanta falta hace en estos tiempos.

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