Semana Santa Cádiz 2022

Deslucido Sábado Santo por el regreso anticipado del Santo Entierro a su templo

La cuadrilla de la Virgen de la Soledad no pudo continuar por problemas en la carga

Los penitentes, con tristeza por el regreso a su templo. José María Reyna

Nuria Agrafojo

Son circunstancias que pueden darse en una jornada cofrade, factores con los que no se cuentan y una fe quizás desmedida que llevan a una situación histórica como la que se ha vivido este Sábado Santo en las calles de Cádiz. Las altas temperaturas de la jornada, unidas a los problemas de una cuadrilla que ya partía mermada, hicieron que este Sábado Santo estuviera protagonizado por la decisión de la cofradía del Santo Entierro de volverse a su templo a mitad del recorrido.

Los problemas de la cuadrilla de la Virgen de la Soledad para cargar el paso obligaron a tomar esta decisión. Quizás la mejor de las posibles. Tanto es así, que tuvieron que pedir apoyo de gente de calle, cargadores de otras hermandades que acudieron a la llamada de auxilio de los propios devotos de la hermandad. Hasta la Policía Local tuvo que empezar a cortar el acceso a la Seo gaditana ante la cantidad de cargadores que quisieron prestar su ayuda y que incluso fueron tallados en una estampa única y esperemos que irrepetible.

José María Reyna

Decenas de cargadores que acudieron en cuestión de minutos para ayudar a la cofradía de Santa Cruz, que ayer lloraba no sólo por el luto de la jornada, sino por una decisión que nunca pensaron que habría que tomar en una de sus salidas procesionales, el momento más esperado del año. Los dos años sin cargar la imagen y, al parecer, la inexperta cuadrilla de cargadores con la que contaba el capataz Francisco José Benítez, provocaron un fatal desenlace.

Eran alrededor de las siete de la tarde cuando saltaba la noticia y en la Catedral se agolpaban los voluntarios para intentar seguir con el recorrido y realizar la Carrera Oficial tal y como estaba establecido en el itinerario. Pero imperó la cordura. El hermano mayor de la cofradía, Fernando Díaz, y el Consejo Local de Hermandades tomaron el camino más honesto ante las circunstancias. Volver al templo.

Un camino de vuelta de desconcierto y de pesar, pero de dignidad de quienes prestaron su hombro a una cofradía hermana. Un ejemplo de solidaridad y de generosidad como el del propio Jesucristo. «Con la cabeza alta», gritaban los cientos de devotos que llevaron en volandas a la Virgen de la Soledad hasta su casa. Aplausos, vítores y mucho ánimo para una junta de Gobierno desolada y para unos cargadores que no tenían consuelo.

Pocos eran los que esperaban este final para una jornada que arrancó por todo lo alto.

José María Reyna

Con un brillo que invitaba a la esperanza resplandecían los rayos del sol al impactar sobre la urna de plata del Señor yacente a primera hora de la tarde. Unos rayos de esperanza pero también de luto, de recogimiento y de soledad, que contrastaban con la grandiosidad de la excepcional obra de Manuel Ramírez. Un epílogo soñado para una gran Semana Santa (que horas después viviría un episodio sin precedentes), la de la vuelta a la normalidad cofrade. La de los pasos en las calles y la de la devoción correspondida. La de los pies descalzos por los fallecidos, los enfermos y también por la vida conservada en estos dos largos años de pandemia. 

Desde Santa Cruz salía este Sábado Santo la hermandad que cierra los desfiles penitenciales de esta Semana de Pasión. Con la atenta mirada del hermano mayor Fernando Díaz , ante una plaza Fray Félix con gran afluencia de público y bajo un sol de justicia, poco antes de las cuatro de la tarde salía a la calle la restaurada cruz de guía de la hermandad de la Soledad y Santo Entierro regalando a las calles de Cádiz un espectáculo único tanto de arte como de devoción.

Salida bajo el sol 

Su imponente urna de plata con la imagen del Cristo yacente que data de 1625, precedida de la escolta militar, sobrecogía frente a una Catedral Vieja con las puertas abiertas de par en par. Juan Carlos Acosta daba desde este momento las primeras órdenes a las nueve mujeres que dirigen el paso de la Sagrada Urna, el único de la Semana Santa gaditana que se desplaza sobre ruedas, por su elevado peso y también por las delicadas y valiosas piezas de las que se compone.

Los sones de ‘Ha muerto’, la primera marcha interpretada por la banda de música Maestro Julián Cerdán de Sanlúcar, que posteriormente acompañaría a la Virgen de la Soledad a lo largo de su recorrido, cargaban de emotividad el esperado reencuentro de esta cofradía gaditana con sus vecinos, sus fieles, su gente y con las numerosas autoridades que se dieron cita en el cortejo. El subdelegado de Defensa, el presidente de la Audiencia Provincial, Manuel Estrella, representantes del PP, Ciudadanos y Domingo Villero, así como el presidente del Consejo Local de Cofradías o la pregonera de la Semana Santa de esta edición, fueron algunos de los que no quisieron faltar a la cita.

Una vez ya en la calle, la capilla musical ‘A capella’ sería la que tomaría el testigo a la banda de Julián Cerdán acompañando al paso de la Sagrada Urna.

Velas para los periodistas muertos

El discurrir del Señor yacente y la sobriedad de su figura entre los cristales parisinos de la urna, presidida también por el bastón de mando de la Orden de los Caballeros Hospitalarios de Cádiz, dejó paso a un restaurado paso de la Virgen de la Soledad, que como es tradicional, procesiona sin palio ante la cruz ya vacía.

El capataz Francisco José Benítez Rey daba las primeras órdenes para superar el dintel de Santa Cruz y sacar a la calle un extraordinario paso, que este año contaba con numerosos estrenos. Desde la restauración y el plateado de los ocho ciriales, así como la restauración de los candelabros de guardabrisas o el plateado de las cantoneras e INRI de la cruz. Un paso de la Virgen, que también estrenaba los cuatro querubines donados por un hermano. Como novedad, el recuerdo a los hermanos fallecidos en las velas de la candelería y, en especial, a los periodistas Juan Manzorro, Justo Mata y Jaime Velasco.

Una Virgen que poco a poco fue perdiendo a cargadores, hasta el punto de que se quedaron sin fuerzas para levantar la imagen. Una triste despedida para una Semana Santa que ya espera al Resucitado para volver a dar vida a las calles de Cádiz.

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