OPINIÓN

Día de la Paz

Esa Paz que viene como consecuencia de la justicia, cada día se necesita más

Ramón Sánchez Heredia

El Papa Pablo VI convocó el 1 de Enero de 1968 el primer Día Internacional de la Paz y desde entonces se celebra todos los años. Su deseo era que esta celebración, en esta fecha de principios del calendario que mide y describe el camino de la vida en el tiempo anual represente nuestro deseo y oración por la Paz con su justo y benéfico equilibrio sobre la tierra. La finalidad no es que solo fuera una fecha católica sino que representara la armonía de las diferentes religiones y culturas del mundo. Adicionalmente llamaba a combatir las principales amenazas a la Paz entre las cuales se encuentran el egoísmo en las relaciones entre las naciones, las violencias a que algunos pueblos pueden dejarse arrastrar por la desesperación al no ver reconocido y respetado su derecho a la vida y a la dignidad humana; el peligro de los terribles armamentos exterminadores de los que algunas potencias disponen y el peligro de creer que las controversias internacionales no se pueden resolver por los caminos de la razón.

Pasados cincuenta años desde entonces vemos que no solo que es necesario este Día Internacional de la Paz sino que es aún más necesario ahora que en aquel tiempo. Las amenazas a la vida y la existencia humana en un mundo globalizado han aumentado. Esa Paz que viene como consecuencia de la justicia, cada día se necesita más. Vivimos en sociedades con una gran crisis de valores en la que no importa que para conseguir mayores beneficios económicos haya cientos e incluso miles de víctimas o perjudicados. Hoy en un mundo súper informado nos olvidamos de las víctimas que hay por las crisis migratorias y por las provocadas por la naturaleza desbordada por los la explotación que sufre y por los atentados pero sólo nos acordamos momentaneamente por una imagen en un informacivo de televisión, sin preocuparnos cuál es la causa. Las guerras y el odio continúan, se extienden como regueros de pólvora. A esto se suman como inductores a los interéses económicos los radicalismos intransigentes religiosos. Pero nuestra hipocresía hace hasta poner adjetivos como el de guerras olvidadas. Olvidadas menos para los que la sufren. Si nos preguntan cuántas guerras hay en África o en Asia, no sabremos cuántas existen en la actualidad. En ese terrible mapa de sangre donde no se ven las fichas. La falta de agua y las hambrunas devastan amplias regiones mientras que en el primer mundo se sigue tirando el gua y la comida, un mundo desequilibrado.

Hoy en el siglo XXI, a los 50 años del primer Día Internacional de la Paz, es necesario que tomemos conciencia de que la Paz en nuestro planeta no es una palabra, es una necesidad. No podemos estar expuestos a una ataque nuclear, ya sea de un estado o de un grupo terrorista, ni podemos ser impasibles ante los movimientos migratorios que provocan miles de víctimas, ni tantas otras causas, derivadas de, como decía el Papa Pablo VI, el egoísmo y la soberbia del hombre. La tierra es nuestra casa, sin ella no existe derecho a la vida como ha señalado el Papa Francisco, siendo la PAZ basada en la JUSTICIA los instrumentos para una convivencia fraternal como hermanos y hemanas.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios