Tribuna Arquímedes BBVA
Blockchain en el origen y final del cultivo para garantizar la seguridad alimentaria
A través de etiquetas dinámicas el consumidor conocerá el estado real del producto, sin tener en cuenta la fecha de caducidad
Desde el departamento de Informática de la Universidad de Almería (UAL), el profesor José Antonio Álvarez Bermejo trabaja en líneas de investigación relacionadas con la seguridad de la información y sensores colorimétricos , es miembro del grupo de investigación ‘Categorías, computación y teoría de anillos’ y colaborador del grupo ECSens de la Universidad de Granada. Sus aportaciones en blockchain se centran en dotar de fiabilidad a los datos de los sensores que a posteriori se usarán para la toma de decisiones estratégicas y, en el desarrollo de una etiqueta dinámica capaz de informar del estado real del producto.
«Nuestro trabajo de investigación y por tanto la innovación en el sector agro, en cuanto a blockchain, apunta al origen de la cadena de valor y al final de esta », explica Álvarez Bermejo. Por un lado, aseguran que los sensores desplegados en el campo envíen datos correctos y confiables. Por otro, son capaces de que el consumidor amplíe la información sobre lo que va a consumir.
El blockchain, cuya utilidad fundamental es la de compartir información, está sirviendo como herramienta para mejorar y homogeneizar los sistemas de trazabilidad. Actualmente, todos los actores de la cadena de valor comparten un mismo repositorio de información.
Gracias a esta tecnología es posible facilitar información de trazabilidad de cada producto y además con la etiqueta dinámica se informa sobre la seguridad alimentaria del mismo indicando si se puede consumir, incluso pasada la fecha de caducidad , así se contribuirá a que «no se desperdicie alimento y seamos más sostenibles». Estas son algunas de las aportaciones directas de la etiqueta dinámica que desarrolla la UAL para potenciar un uso responsable y seguro de los alimentos empaquetados.
«A través del código QR el consumidor obtiene información sobre la trazabilidad del producto y además analiza el estado actual del mismo. Se aprovecha esta lectura para enviar a origen datos como localización, y el proveedor puede tener información adicional sobre la conservación y consumo de los productos, siempre cumpliendo con la normativa de protección de datos vigente», indica el profesor.
Para que esta etiqueta dinámica funcione se han añadido capas químicas que se activan cuando, por ejemplo, hay CO2, etileno, etc, cuya presencia en una bolsa de ensalada indicaría que el producto está en mal estado. «Aunque su fecha de caducidad no haya llegado, sabremos que ese producto no debe consumirse. Porque al aparecer estos gases se modifican propiedades de la etiqueta y al decodificar la información de trazabilidad se añadirá información sobre qué elemento está afectando a la calidad del producto», aclara Álvarez Bermejo. Esta es una de las grandes novedades porque se pueden evaluar diversos componentes, una innovación que se trabaja de forma conjunta con el grupo ECSens de la Universidad de Granada, especializado en soluciones de detección química y electrónica.
Actualmente, como explica el profesor de la UAL, hay dos retos con el sistema de trazado. Uno de ellos es la heterogeneidad, y el segundo, es la dificultad de acceso a la información para el usuario final. Además, encontramos que la fecha de caducidad es simplemente una estimación y con «una etiqueta dinámica le daría garantía al consumidor de lo que compra está en perfectas condiciones» incrementando su seguridad y nuestra sostenibilidad.
BBVA pone en valor la aplicación práctica de los avances de investigaciones llevadas a cabo en el seno de las universidades andaluzas.