Casi 240.000 niños de Andalucía pasan frío en casa
Un informe de Save the Children destaca que la pobreza energética se ha agravado en seis puntos en un solo año
Con las rentas más bajas y un 28% de pobreza infantil en Andalucía

En plena ola de frío, Save the Children alerta de que un 15,2 por ciento de los niños en Andalucía vive en hogares que no pueden mantener una temperatura adecuada en invierno, según los últimos datos de la Encuesta de Condiciones de Vida. Esto significa que 238.465 niños andaluces pasan frío en casa porque sus familias no disponen de calefacción o no pueden hacer frente a los gastos de electricidad y gas. Esto supone un incremento de casi seis puntos con respecto al año anterior (la tasa era del 9,3%).
«En nuestro trabajo diario con niños y niñas y sus familias vemos cómo no paran de crecer los hogares en situación de vulnerabilidad que no ponen la calefacción porque no pueden pagar la factura o que la ponen menos de lo que deberían para evitar pagar facturas que no pueden asumir. Y los niños y niñas siempre son los que salen peor parados«, asegura la portavoz de Save the Children en Andalucía, Irene Santos.
En un análisis que ha realizado Save the Children sobre cómo afecta la pobreza energética a las familias con hijos en todo el Estado, la organización denuncia que el bono social «no está llegando» a todas las familias que lo necesitan. A diferencia de los hogares constituidos solo por personas adultas, las familias con hijos a cargo afrontan más situaciones de endeudamiento ya que priorizan su bienestar. Mientras que por el gasto desproporcionado destacan los hogares monoparentales, las familias numerosas tienen un mayor riesgo de verse en una situación de pobreza energética escondida, es decir, que infrautilizan la energía.
Pobreza energética
La organización señala que el impacto que la pobreza energética tiene en la infancia y la adolescencia «es desproporcionado«, especialmente en los primeros años de vida, ya que los niños y las niñas pasan más tiempo en casa que los adultos.
«Más allá del efecto dañino en la salud física, con consecuencias asociadas a problemas respiratorios y al aumento de visitas al hospital, la pobreza energética afecta también a la salud mental de la infancia y la adolescencia», denuncia Santos. «Vivir el estrés financiero y el endeudamiento en casa pueden provocar o agravar problemas de estrés y salud mental entre los miembros de la familia, incluidos los niños, niñas y adolescentes«, detalla.
En cuanto a las consecuencias en la educación, apunta que varias investigaciones han demostrado que la pobreza energética puede estar asociada al absentismo escolar y a un peor rendimiento en el colegio, junto con situaciones de acoso, estigma y aislamiento.
Además, añade que existen otros efectos de la precariedad energética, como la falta de seguridad en algunas viviendas para tratar de mantener la casa caliente. Así, señala que incendios y otros accidentes pueden poner en riesgo la vida de toda la familia debido a conexiones irregulares a la red de suministro o bien por el uso de método alternativos para calentarse o iluminarse, como velas y braseros. «Los niños y niñas son víctimas especialmente propicias a estos accidentes», lamenta.